Tres directores de cine famosos que hacen películas malas


Cuando se va al cine a ver una película comercial, de esas que ves porque te apetece estar relajado, despreocupado, ajeno al hecho artístico, con las defensas bajas… a veces te asaltan películas pretenciosas que te ponen en guardia y te hacen salir del cine contrariado. Suelen estar dirigidas por los mismos pseudoartistas. He aquí tres de ellos.

Michael Mann
Es el especialista en crear un tono, un ambiente, que impregna todo el metraje de sus filmes. Ese tono es la quintaesencia del aburrimiento que utilizan los descerebrados para torturar. La impresión que se siente cuando se ve una película de Michael Mann es de boca pastosa, legañas, bruma. Los movimientos de cámara son superfluos, como si un mono le diese patadas de vez en cuando. Los primeros planos no narran nada, porque no hay nada que narrar. Los diálogos son esquemáticos, no transmiten sentimientos. Las situaciones parecen construidas por alguien que pasaba por allí. De vez en cuando hay ruidos fuertes, para despertarnos. A Michael Mann le gustaría ser Coppola, pero se queda en vendedor de bolsas de basura.

Algunas películas de Michael Mann: Heat, El dilema, Enemigos públicos.

Christopher Nolan
En la cocina de Nolan se preparan platos llenos de sorpresas. La memoria discurriendo hacia atrás, los sueños en los que sueñas, los superhéroes envilecidos, la experimentación sin arte. Cuando una bruja mala cosió la boca de Nolan de niño, dejó de sonreír para siempre. Y le gusta torturarnos. Con las peores actuaciones conseguidas de las grandes estrellas que contrata, con los argumentos que te hacen creer que tienes que pensar, con las explosiones, los colorines. En una de sus películas salía una actriz muy guapa y nadie se acuerda. Christopher Nolan quiere ser Kubrick, pero no filma sus manidos planos cientos de veces. Para que al menos un trozo de alguna de sus películas tuviera chispa.

Algunas películas de Christopher Nolan: Memento, El prestigio, El caballero oscuro, Origen.

David Fincher
Pasen y vean. Entren en el pasadizo de la cita ingeniosa aderezada con vómitos y sangre. Pero no se detengan. El viaje es un supuesto tour por los recovecos del alma. ¡Esperen! Un espectador se ha detenido, y rasca las paredes con la uña. Todo se desmorona. Los siete pecados capitales eran en realidad una poesía infantil. Las peleas organizadas, una excusa para mostrar algunos músculos broncíneos. La vida al revés de un don nadie no se transforma en la vida al derecho de un hombre peculiar. ¿Por qué los que no son capaces insisten sin cesar en parecer que dominan lo oscuro y grotesco como David Lynch? Porque también tienen derecho a vivir los que fabrican fuegos artificiales.

Algunas películas de David Fincher: Seven, El club de la lucha, Benjamin Button.

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