Galeries Barbès: ¿la primera película de Luis Buñuel?

Publicado el 1 diciembre, 2011 por Antonio Tausiet


Luis Buñuel (Calanda, 1900-Ciudad de México, 1983) es uno de los más importantes directores de la historia del cine. Su filmografía abarca 32 películas entre 1929 y 1977, además de una filmación doméstica (Menjant garotes, 1930) en la que aparecen los padres de Dalí en Cadaqués. La serie comenza con Un chien andalou (1929), cuyo guión escribió junto a Salvador Dalí; pero antes de realizar este filme, Buñuel quizás se había puesto ya detrás de las cámaras como director. Esta es la historia de una investigación sobre la película que pudo iniciar la carrera del realizador aragonés.


En el libro Recordando a Luis Buñuel (Pedro Christian García Buñuel, 1985), el sobrino de don Luis introduce así este texto, cuando comenta la vida de su tío en 1926: “Cuenta Manuel Ángeles Ortiz:”
“En París, las grandes firmas hacían unas peliculillas destinadas a la publicidad de sus productos. Uno de los primeros encargos que recibió Luis Buñuel fue de ese género, y el comandatario era nada menos que los almacenes “Muebles Barbés”. En el guión de la peliculilla éramos una pandilla de revolucionarios mexicanos, con grandes sombreros y unos pistolones de miedo. El capitán de la partida era el surrealista Max Ernst. Deteníamos y llevábamos prisionero a un tirano y lo condenábamos a muerte, pero en el momento de la ejecución llegaba un compañero revolucionario gritando: “¡Deteneos! ¡Deteneos!”. Bajábamos todos los fusiles y el compañero nos informaba: Al registrar su casa hemos descubierto que está decorada con “Muebles Barbés”. Nuestra reacción era de estentóreo júbilo: arrojábamos los sombreros al aire gritando a coro: ¡Vivan los “Muebles Barbés”! Y le perdonábamos la vida al condenado. Haciendo estas cosas, además de ganar algún dinero, lo pasábamos muy bien.”
Cuatro años después de este recuerdo, Buñuel rodó La Edad de Oro (1930), donde aparece un grupo de revolucionarios, también encabezados por Max Ernst, y en el que Manuel Ángeles Ortiz actúa como guarda airado que mata a su hijo. Pero eso forma ya parte de la historia oficial.

La firma “Muebles Barbés”, así recordada por el pintor andaluz, era en realidad un importante comercio de muebles llamado Galeries Barbès, situado en el número 55 del boulevard del mismo nombre, donde se aún se ubican algunos comercios del ramo, aunque la tienda se incendió en 1962 y el lugar está ocupado hoy por un edificio moderno. La memoria del artista añade algún equívoco más, como veremos.


Interesado por estas referencias, busqué en internet más datos, y encontré que en el año 2006,un miembro (“Padre Lizardi”) del foro Divx clásico escribía esto:
“Leyendo un libro de la periodista Antonina Rodrigo sobre la relación entre Lorca y Ángeles Ortiz (el guarda que mata a su hijo, en La Edad de Oro), el gran pintor español le comentaba a la periodista que, de jovencito residente en Paris, había colaborado con Buñuel en la realización de un corto publicitario en el que un grupo de revolucionarios mexicanos, comandado por Max Ernst, perdonaba la vida a un señorón, porque sus muebles eran de un determinado fabricante. No le di importancia, porque nadie había mencionado el asunto aparte del pintor, ya anciano… Pero viendo Coup de Torchon, de Tavernier, me encuentro con que los protagonistas ven en un cine un corto publicitario idéntico al reseñado por Manuel Ángeles Ortiz…”

El libro al que se refiere el mensaje es Memoria de Granada: Federico García Lorca y Manuel Ángeles Ortiz (Antonina Rodrigo, 1984). Y efectivamente, en la película de Bertrand Tavernier1280 almas (Coup de torchon, 1981), ambientada en la África francesa de 1938, pueden verse unos pequeños fragmentos de ese anuncio publicitario.


Lo primero que contemplamos es un texto sobreimpreso en pantalla que dice: “Au petit jour à Mexico on va fusiller un homme” (De buena mañana en México se va a fusilar a un hombre). Se ve a un hombre que se sienta de espaldas y que fuma compulsivamente con los ojos vendados. Luego un primer plano del oficial del pelotón fundido con un fondo no identificado. Después aparece Max Ernst diciendo: “Nous ne sommes pas des sauvages, nous ne tirons pas sur une chaise qui vient des Galeries Barbès!”. “¿Nos han tomado por unos salvajes? ¡Nos negamos a disparar sobre una silla procedente de Galeries Barbès!” Sigue un plano de la silla vacía. Y a continuación se ve el rótulo anunciador de la firma: “La plus grande exposition de mobiliers Aux Galeries Barbès. 55 Boulevard Barbés, Paris. Livraisons gratuites a domicile dans toute la région” (La más grande exposición de mobiliario en Las Galerías Barbès. Boulevard Barbès 55, París. Entregas gratuitas a domicilio en toda la región).
Pero los datos que se aportan en el foro aludido no acaban aquí. El usuario añade:
“Pues sí, el corto del fusilamiento comandado por Ernst existe. Acabo de verlo en el documental sobre el pintor, que está compartiendo Irazar. Es algo distinto a los recuerdos de Manuel Ángeles Ortiz: Ernst no es el jefe revolucionario sino uno de los miembros del pelotón, que explica a su superior por qué no han fusilado al ricachón. Schamoni, el director del documental, dice que el corto forma parte de un grupo de obras de vanguardia en las que el pintor participó, antes de que Buñuel lo llamara para hacer de jefe bandido en La Edad de Oro. Lo malo es que, en los créditos finales, Schamoni no lo cita con los otros filmes en los que participó Ernst.”

Así es: en el magnífico documental alemán de Peter Schamoni (Max Ernst, 1991) aparece una buena parte del corto datado supuestamente en 1926, aunque se lo identifica con “algunas películas experimentales de sus amigos surrealistas”. En ese fragmento de 25 segundos podemos ver al grupo de cinco soldados con bigotes postizos y escopetas, al que se dirige un oficial con sable que les grita: “¿Por qué no han disparado?”, situado junto a una silla. De entre el grupo, avanza Max Ernst, y responde “¿Nos han tomado por unos salvajes? ¡Nos negamos a disparar sobre una silla procedente de Galeries Barbès!” En ella vemos sentado al potentado que iba a ser objeto de fusilamiento, vestido con un traje elegante. Se desata las piernas, se levanta, recoge un cigarro del suelo, se peina, se limpia el polvo de la ropa y se va. El oficial grita: “¡Estoy deshonrado y desolado!”, mientras intenta partir su sable con la rodilla.


Pese a lo aparentemente anecdótico de la idea argumental, en esta “peliculilla”, como la llama Manuel Ángeles Ortiz, aparecen ciertas constantes del cine de Buñuel que la configuran como una pequeña joya. Por un lado, la ya citada presencia de un grupo de revolucionarios, que volverá a introducir en La Edad de Oro y La muerte en el jardín. Por otro, el potentado burgués, como don Quintín de La hija del engaño y tantos otros. Pero sobre todo, el acto frustrado del fusilamiento, que nos remite a la representación del mismo en Así es la aurora por parte de unos niños, al del principio de El fantasma de la libertad (en el que participan como reos el propio Buñuel y tres amigos suyos) y a todo el argumento de Ensayo de un crimen, donde Archibaldo de la Cruz no logra consumar nunca sus proyectos de asesinato. Una idea que volverá a repetirse en forma de cenas nunca celebradas en El discreto encanto de la burguesía.


Un encargo de una firma comercial lleva a Luis Buñuel, supuestamente a la temprana edad de 26 años, a filmar un divertimento humorístico que parece llevar su firma indeleble. Décadas después, en México, hacia 1960, una marca de aguas minerales le encargará otro spot, para revitalizar las ventas ante la amenaza de las importaciones extranjeras. Buñuel les propondrá un guión en el que Cristo crucificado dice a sus guardianes: “Sed tengo”. Un centurión le ofrece una botella de agua mineral de la marca. Entonces Cristo niega con la cabeza, rechazando el agua. No fue aceptado y nunca se realizó.
La datación y redacción de este artículo vendría a cubrir un hueco en la filmografía de Buñuel, rescatando el único encargo publicitario conocido consumado por el director, pero también añadiendo un audiovisual más a su lista de filmes. El primero.

Pero claro, no todo es tan bonito. En 1926, el cine sonoro no estaba popularizado. Y buceando un poco más por los procelosos abismos de la Red, encontramos datos adicionales que desmienten rotundamente la versión de Manuel Ángeles Ortiz.
En la web de La maison de la publicité, un museo parisino que atesora miles de anuncios de todas las épocas, se ofrecen datos concretos sobre la película. Lo primero, se le atribuye un título, el texto sobreimpreso inicial: Au petit jour à Mexico on va fusiller un homme. También una duración:1’38”; un año: 1932; y ¡un director!: Paul Grimault, cineasta después experto en animación que había sido diseñador de muebles. Como datos adicionales, constatar la presencia de Max Ernst (doblado por Jacques Brunius) y, según Film Reference, con guión de Jean Aurenche, cuñado de Max Ernst y años después guionista de Bertrand Tavernier. Ninguna referencia a Buñuel en ninguna parte. La memoria gasta a veces malas pasadas. Pero de todo se aprende.

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