Pasado y futuro de Zaragoza
III Edición de las Jornadas científico-técnicas del Salón Inmobiliario de Aragón
Inauguración y mesa redonda:
PASADO Y FUTURO DE ZARAGOZA
Centro Exposiciones y Congresos de Ibercaja
23 de febrero de 2006, 19 horas
Un reportaje de Antonio Tausiet
www.tausiet.com
Al entrar en la sede central de Ibercaja, nos cruzamos con un grupo de hombres con corbata. A la derecha, en el acceso al Patio de la Infanta, esperan los ponentes. El guardia nos indica el salón donde se celebra el acto. Unas azafatas entregan los folletos de las Jornadas. Diez minutos después de lo previsto, y entre flashes, comienza la inauguración.
En la mesa, Carlos Pérez Anadón, primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Zaragoza, y José Luis Aguirre, director general de Ibercaja.
En su discurso de presentación, Aguirre comienza recordando que el meandro de Ranillas, que será sede de la Expo 2008, fue objeto en 2004 de una permuta entre su propietaria, Ibercaja, y el ayuntamiento de la ciudad. A cambio de esos terrenos, Ibercaja consiguió parte del solar de Arcosur, lugar donde construirá 2.000 de las 21.000 nuevas viviendas proyectadas. Este nuevo barrio al sur de la ciudad, con una ocupación estimada de 100.000 personas, es rechazado por la Federación de Asociaciones de Barrios, por romper el modelo urbano sostenible y promover el vaciado de los barrios preexistentes, creando condiciones adversas para la habitabilidad. Prosigue su intervención, centrada en las actuaciones de su empresa en cuestiones inmobiliarias, con el proyecto “Vivir Zaragoza”, mediante el que se construirán en el “Parque Goya II”, al norte de la ciudad, 200 nuevas viviendas de alquiler. Por otro lado, Ibercaja y el ayuntamiento colaboran en la campaña “Toc, toc”, para el registro de personas que quieren acceder a viviendas de protección oficial. Luego se dedica a enumerar los nuevos productos hipotecarios de la entidad que dirige, y pasa la palabra al teniente de alcalde.
Anadón habla en primer lugar de las viviendas de protección oficial de Valdespartera, otro barrio de expansión al sur de la ciudad. Se construirán 9.480 pisos, de los cuales 9.300 serán protegidos. Se espera que habiten allí 30.000 personas. Pasa a hacer una reflexión acerca de la diferencia entre la ciudad administrativa y la ciudad real: el actual crecimiento urbanístico del entorno de Zaragoza se da, dentro del término municipal, en unos casos a 27 kilómetros del centro y en otros a 4 ó 5, debido al desigual trazado del límite respecto al núcleo urbano. Sin que se trate de colonialismo, sino de intento de participación en común de las distintas administraciones, considera que hay que analizar Zaragoza y su entorno urbano como un todo, por encima de planes de urbanismo concretos de la ciudad. El modelo de crecimiento dará flujos de tráfico, de trabajo, de ocio, que generarán servicios no reales respecto al crecimiento real de la población. Así, ya se están demandando en la periferia equipamientos como centros de salud y colegios, mientras que en el centro se van quedando vacíos. Planear como un todo, más habitable por más desarrollado, sin que deje de ser una ciudad agradable.
Después de sugerir al director general de Ibercaja que lance una hipoteca para jóvenes que incluya la compra de la vivienda hipotecada cuando llegue la tercera edad, da por inauguradas las Jornadas.
A las 19,30 comienza la mesa redonda, que versará, según la moderadora, sobre las “Perspectivas urbanísticas de la Zaragoza del futuro”.
Toma la palabra José Luis Corral, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y famoso escritor de novelas de ambientación histórica. Zaragoza, dice, ha sido destruida y recompuesta varias veces. Los habitantes de Zaragoza no han tenido respeto por su Historia y su pasado, unas veces por intereses económicos y otras, las más, por desconocimiento. Aquí no se respeta la memoria de la gente. La ciudad no es un continuo: ha tenido momentos esplendorosos, que han de servirnos de referencia para el futuro, pero este reconocimiento de lo mejor del pasado no sabemos hacerlo bien. Por ejemplo, quitar importancia a los descubrimientos arqueológicos es un error que Zaragoza está pagando con creces. Tanto cuando se trata de promociones inmobiliarias privadas como cuando es el propio ayuntamiento el que acomete las obras. En los últimos años han sido destruidos restos importantísimos, como los del subsuelo de la plaza del Pilar en su reforma, o más recientemente, en el paseo de la Independencia, donde se dejaron enterrados los restos de un caso único en la historia del siglo XI en Occidente. En este caso, el del arrabal musulmán de Sinhaya, no se tuvo en cuenta la Historia de Zaragoza a la hora de pensar en el futuro. Una ciudad contemporánea, con el 2008 que marcará un antes y un después, tiene que mirar al pasado. Los restos históricos de la ciudad ibera, romana, el siglo XI, la Aljafería, con una restauración poco respetuosa… todo eso forma parte de la memoria histórica. Una ciudad como ésta, enclavada en un lugar duro en cuanto a clima y a paisaje, ha observado a lo largo de los siglos actuaciones encaminadas a convertirla en un lugar agradable, siempre puestas en marcha por gente con más sensibilidad que los actuales responsables. Orientando los patios al sur, las fachadas al norte, con ventanas pequeñas para evitar el calor del sol. Todo eso ahora ya no se hace, porque el urbanismo está pensado para lograr el beneficio inmediato. El barrio de San Pablo del siglo XII, la medina del siglo XI, la ciudad romana con sus baños públicos, son ejemplos de momentos zaragozanos con mayor calidad de vida que el París del siglo XIX, carente de alcantarillado y agua corriente.
La Historia no es un inconveniente: donde mejor se vive hoy es donde más se respeta el pasado. Londres conserva cualquier pequeño resto de su Historia que se encuentra en las excavaciones. Allí no se preguntan si hay que arrasar o no. Hay que dar un giro en la comprensión de la Historia de Zaragoza. La última vez que hubo que reconstruirla fue tras los sitios franceses de 1808 y 1809. Ahora todo corre más deprisa, desgraciadamente. Hay que hacer una Historia combativa no sólo como erudición, sino que explique el presente. Aprender del pasado. Conociendo la Historia, los políticos cometerían menos errores. Dirigiéndose a Carlos Pérez Anadón, Corral cierra su intervención sentenciando: “Si los políticos de la Diputación General de Aragón supieran Historia, controlarían más el caos urbanístico del entorno de Zaragoza”.
Interviene José Luis calvo, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Zaragoza. Comienza diciendo que Pérez Anadón ha puesto el dedo en la llaga sobre el principal problema de Zaragoza y Aragón: cómo vertebrar Zaragoza y su entorno. Cita a Unamuno: “El presente es el esfuerzo del pasado por transformarse en porvenir”. Se trata de articular los espacios de vida, las cuencas de vida. En el pasado esta articulación se relacionaba con el entorno natural inmediato. Hoy el tipo de ciudad es distinto y no coincide con el término municipal. El fenómeno de la metropolización o invasión de municipios cercanos ha llegado a Zaragoza más tarde que a otras ciudades de nuestro país, debido a lo extenso de su término municipal. Hoy ya muchos municipios tienen más puestos de trabajo que personas residiendo en ellos: muchos zaragozanos trabajan –o residen- fuera de la capital. La ciudad real no se puede administrar adecuadamente sólo desde el ayuntamiento. Lo importante no es ponerle límites al proceso sino entenderlo bien. La Zaragoza actual es una ciudad con más distancias. En los años setenta, dos de cada tres desplazamientos eran peatonales. Hoy la mayoría se produce en automóvil. No se puede aguantar esto. Si seguimos haciendo cinturones de ronda que se convierten automáticamente en vías urbanas no se soluciona el problema. Transporte y desarrollo urbanístico han de ir de la mano. El actual entorno real de Zaragoza serían Calatayud, Huesca, Tudela, Caspe. Mientras el transporte y los usos del suelo vayan de la mano, se estará haciendo bien.
La ciudad dispersa es cara, ineficaz y medioambientalmente negativa. Ese tipo de crecimiento hace que no puedan darse los deseables corredores naturales planificados. Lo idóneo es que se genere el menor número de desplazamientos. Hay que articular ligazones mediante redes de transporte: aprovechar el actual tren y hacer redes de más capacidad. No dejar el transporte en manos de los autobuses: eso será un fracaso. El Plan Estratégico de Zaragoza tiene que regir también su espacio de influencia: dotar de equipamientos para los zaragozanos y los de alrededor. Si no ocurre así, seremos absorbidos por los de alrededor. Zaragoza tiene que difundir los beneficios de su centralidad: hay que organizar la ciudad real, manteniendo nuestros ríos y nuestras estepas, manteniendo la esencia de la ciudad como hicieron nuestros antepasados para dejar una huella de calidad.
Le toca el turno a Carmelo Bosque, Gerente de urbanismo del ayuntamiento de Zaragoza, que realiza su intervención apoyado en imágenes proyectadas: planos, recreaciones en tres dimensiones y fotografías de los distintos proyectos a los que va haciendo referencia. Comienza explicando que la fecha cercana de 2008 supone un futuro inmediato de gran valor, que recuerda lo que significó 1992 en otros territorios. Ese año, dice, se rompió la sensibilidad de 1979, que consistió en realizar desde los ayuntamientos democráticos recién constituidos, a lo largo de los años ochenta, operaciones poco pretenciosas pero de calado social. Aquel urbanismo era consensuado entre todos los agentes sociales implicados. Zonas verdes, centros cívicos… Se empezó a afrontar el problema de los cascos históricos y se trató de preservar el entorno natural. En 1992, la “ciudad de los grandes eventos” sustituyó todas esas sensibilidades por objetivos más orientados al súper proyecto con firma de autor. No se trataba de dar “una respuesta real a los problemas reales”. Fueron los casos de la Barcelona Olímpica, la Sevilla Universal, el Bilbao Ría 2000, la Valencia de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Lo grandilocuente olvidó lo real, el área de convivencia, fruto de la Historia, la ciudad para los ciudadanos, y no para el turismo temático. Debemos intentar no cometer esos errores. Y, siempre según Bosque, el ayuntamiento de Zaragoza se orienta en el sentido adecuado. Y pasa a desgranar algunos de los proyectos previstos.
El meandro de Ranillas. Fue adquirido por permuta por el ayuntamiento: 1.200.000 metros cuadrados de suelo para construir un Parque Metropolitano del Agua, del que la Expo 2008 es el 25 por ciento de la superficie total. Fruto de la Exposición habrá un nuevo palacio, pabellones, torre del agua… una nueva imagen arquitectónica. Pero lo sustancial será un parque de un millón de metros cuadrados con un contenido vinculado al agua.
El río Ebro será el eje que unirá el norte y el sur de la ciudad.
La zona del Portillo, terrenos de la antigua estación de trenes, es el primer ejemplo de la recuperación de suelos ferroviarios para la ciudad. Constituye una bisagra entre los barrios de las Delicias, el Centro y el Casco Histórico. Allí habrá zona verde, usos terciarios y viviendas.
El entorno de la estación intermodal Delicias “coserá” los barrios de la Almozara y las Delicias, con nuevas áreas verdes y de equipamientos. Aquí, Bosque apunta la idea de que no hay que extender la ciudad sin rehabilitar.
El Corredor Oliver-Valdefierro, que unirá el Meandro de Ranillas en el Ebro, con el Canal Imperial. Es decir, los barrios de Oliver, Valdefierro y Casablanca. Será un gran bulevar, preferentemente peatonal.
El Parque Agrícola. Integrará los dos márgenes del Canal Imperial, a lo largo de 190 kilómetros cuadrados, con las siguientes actuaciones previstas: recrear un espacio de ocio, implantar viveros y crear un aula de la naturaleza.
La plaza Eduardo Ibarra, hoy 25.000 metros cuadrados de suelo dedicados a aparcamiento en superficie, será recuperada como espacio cívico. Un nuevo salón ciudadano, de las mismas dimensiones que la plaza del Pilar. En el subsuelo, aparcamiento para 1.200 coches. A su lado existe el proyecto de construir un nuevo campo de fútbol en el emplazamiento del actual. Pese a que la cuestión del lugar donde se construya ha sido objeto de polémica, todos están de acuerdo en que el actual campo es obsoleto por su antigüedad de cincuenta años.
El Seminario, que en 2007 será un edificio administrativo del ayuntamiento, tras su remodelación, que está en marcha.
La antigua Azucarera del Arrabal. Se está rehabilitando para emplazar allí un espacio alternativo joven, que incluirá una biblioteca tecnológica, Cubit, apoyada por la Fundación Bertelsmann.
Valdespartera. Otro nuevo barrio al sur de la ciudad, previsto en el PGOU del 2001. Se trata de un antiguo suelo del Ministerio de Defensa, donde se construyen 10.000 nuevas viviendas, de las que 300 serán libres. El 60 por ciento, de propiedad municipal. La ordenación de Valdespartera, según Bosque, se hizo de modo sostenible.
Otros proyectos son sólo enumerados: los ríos Huerva y Gállego, el Recinto Ferial, la Cárcel de Torrero, los pinares de Venecia, el nuevo cámping…
El último en exponer sus argumentos es Ricardo Berdié, teniente de alcalde socialista de grandes proyectos del ayuntamiento de Zaragoza y antiguo miembro de Izquierda Unida, proveniente del asociacionismo vecinal, que habla de la evolución de las infraestructuras de la ciudad. Según dice, no ha habido una política de ordenación territorial del entorno metropolitano. El gran salto a la modernidad de Zaragoza se dio cuando llegó la transición democrática. Entonces se construyeron los nuevos puentes sobre el Ebro, un elemento básico para cambiar una ciudad, después de cincuenta años. La mayor destrucción del patrimonio zaragozano se dio en los años anteriores al 77: según Chueca Goitia, Zaragoza es la ciudad donde más patrimonio se destruyó. A partir de esa fecha, empezaron a tomarse decisiones. Los cinturones de ronda, con el tercero, urbano y el cuarto, de circunvalación. Las depuradoras de aguas residuales. Las zonas verdes: antes, sólo existían el Parque Grande, el del Castillo Palomar, el de Bruil y el del Tío Jorge. Grandes equipamientos: locales, pequeños, como los centros cívicos, y de ciudad, grandes, como el Auditorio.
Veintisiete años después, se está produciendo la segunda transición urbana:
Tres nuevos puentes sobre el Ebro, un salto importante. Dos de ellos cerrando cinturones, el que unirá Delicias y Almozara y el que cerrará el cuarto cinturón, pudiendo cruzar el Ebro desde la carretera de Castellón, evitando el paso de camiones por la ciudad. Y un tercero, que dará paso a la Expo y al nuevo parque de 150 hectáreas en el noroeste, que será para la ciudad lo que supuso el Parque Grande hace 75 años. Estos tres puentes contribuirán a que Zaragoza no sea sólo el sur del Ebro. Margen izquierda y derecha reducirán sus diferencias históricas.
Cambio de todas las entradas a la ciudad desde el norte. Los cinturones, el acceso a la carretera de Huesca, y el nuevo vial norte del ACTUR, con el cierre al oeste de la carretera de Huesca.
Actuación sobre las cuatro vías de agua. Ebro, Canal, Gállego… y el Huerva, que seguirá muchos años en malas condiciones. Los otros tres serán paseos de la ciudad. Hay que tener en cuenta que las actuaciones “blandas” como las que se proyectan en el Ebro, requieren un mantenimiento permanente.
Puesta en marcha de nuevos transportes. La movilidad en las grandes ciudades es un problema irresoluble: hay una contradicción entre “mayor número de vehículos” y “no elasticidad” de las ciudades. Por un lado, la línea norte-sur de tranvía o metro ligero, y por otro, la línea este-oeste de tren de cercanías. Que tendrán efectos positivos desconocidos.
Mejoras del agua de boca. Está terminada, pero aún no en servicio, la infraestructura de traída de aguas de Yesa. Por otro lado, los depósitos de agua de Casablanca se están renovando –y cubriendo-.
Los retos:
Las entradas a Zaragoza son carreteras dentro de la ciudad. Carretera de Logroño, las del norte… Hay que diferenciar vías urbanas de carreteras.
Actuaciones en los barrios –ya no tanto en el centro- de la ciudad consolidada.
Tras la intervención de Berdié, se pasa al turno de preguntas.
Carmelo Bosque dice que se está haciendo ciudad para los ciudadanos, que no hay una obsesión con el 2008. Se está invirtiendo más fuera de la Expo. Valdefierro, Canal, Centros de convivencia, recuperación de edificios.
Berdié añade un tercer reto: la economía de recursos. Se trata de la transformación de usos de las viviendas y equipamientos, adaptándolos a las nuevas demandas. Hay que apostar por la rehabilitación, como en el reciente estudio sobre las 8.000 viviendas sindicales que serán rehabilitadas, con el concurso de sus propietarios. Para no dispersarse urbanísticamente hay que hacer cosas para que la ciudad no se vacíe.
Toma la palabra Corral, contestando una pregunta acerca del modelo de gestión del Seminario. Dice que es “un desastre”: se tira, se dejan dos paredes y se reconstruye lo que hay dentro. También se hizo con el Edificio Pignatelli, por ejemplo.
Un espectador dice que destrozar los arcos neogóticos del edificio es una desfachatez. Y añade, respecto al Parque Agrícola, que el Canal circula por el saso, el único sitio donde no se puede cultivar, mientras que la huerta de Zaragoza se ha destruido. Bosque le responde que la rehabilitación, no restauración, del Seminario, fue aprobada por Patrimonio.
Otra persona del publico pregunta a Calvo por dónde considera que termina el área de influencia de Zaragoza en dirección a Teruel, y al resto qué tiene que decir al respecto de la base social de los polígonos industriales y la actividad fabril. José Luis Calvo le responde que por lo menos hasta Cariñena. Que Muel, Longares y Cariñena están creciendo, con una población extranjera de más del 20 por ciento. Son inmigrantes que viven con lo justo, pero que están accediendo a la vivienda. Insiste en su idea de que hay que hacer de Zaragoza y su entorno “un nido común”. Y añade que hacia Teruel, lo importante es reducir el tiempo del viaje. Por parte de Carmelo Bosque se añade que hay que trasladar los tejidos industriales cuando se asimilan en la ciudad. Corral y Berdié se inhiben de responder y se da por concluida la mesa redonda.
Nos despedimos de la azafata con un piercing en el labio y una tobillera bajo la media y nos vamos a comer pulpo: hoy es jueves lardero.
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