La Teoría Tausiet (II)
Por un lado, tesis anteriores
acerca de que la velocidad de la luz sí fue superada en el momento de la
inflación cósmica. Como explica el colombiano Daniel Manrique Castaño en su
artículo de 2012 La
velocidad de la luz: una constante que se opaca en el principio del Universo,
“después de un principio inimaginablemente caliente, el Universo comenzó a descender de temperatura en los primeros microsegundos”, lo que
produjo “la expansión desbocada del Universo”. En este mismo texto se aporta la
cita del cosmólogo portugués João Magueijo, quien afirma: “La velocidad de la
luz sigue siendo la velocidad límite, sólo que este límite puede variar de una
carretera a otra”, en su libro Más rápido
que la velocidad de la luz (2006).
Esta afirmación solivianta a parte
de la comunidad científica, y el propio Magueijo, creador de la Teoría de la
Velocidad Variable de la Luz (VSL, por sus siglas en inglés), se acerca a la
Teoría Tausiet, aunque el primero se centra en el momento del nacimiento del
Universo, aportando algunas ideas añadidas acerca de la gravedad cuántica,
mientras que el segundo intuye que la velocidad en el mundo subatómico puede
ser extraordinariamente mayor que la de la luz, constituyendo una elegante
propuesta de Teoría del Todo.
Por otro lado, la constatación de
que los instrumentos actuales para medir el mundo cuántico son manifiestamente
insuficientes, y la certeza de que éstos avanzarán en precisión en el futuro,
nos lleva a confiar en que, al igual que las matemáticas confirmarán la Teoría
Tausiet, también lo hará la ciencia experimental, del mismo modo que el ojo
humano es mucho más rudimentario que el ojo del gato.
Y aquí llegamos a la segunda
constatación, que planteamos como juego teórico. Como es sabido, el físico
austríaco Erwin Schrödinger propuso en 1935 el experimento mental de meter en
una caja a un gato hipotético: mientras está encerrado, el felino está a la vez
vivo y muerto, como sucede en la superposición cuántica con determinados
elementos subatómicos, que son a la vez partícula y onda, mientras no se
observen. Ya queda dicho que, según la Teoría Tausiet, esto sucede por la
velocidad del elemento y la lentitud de la medición. La solución es contratar
al gato de Schrödinger.
Esta idea, siempre en el campo de
lo especulativo, es la nueva aportación a lo que, sin duda, va a ser un salto
de gigante, a partir de una sugerencia de Alicia Fernández, introductora de la
idea de añadir un gato a la Teoría Tausiet. Ya en 1801, el científico inglés
Thomas Young realizó su pionero experimento de la doble rendija, que acabó
desembocando en la demostración de la dualidad onda-corpúsculo.
Basta con extraer al gato de la
caja de Schrödinger (en su modalidad de gato vivo), e introducirlo en la caja con
rendijas de Young, para que observe con detenimiento las evoluciones de los fotones
o de los electrones. La aguda visión gatuna seguirá fielmente a estas
partículas, y las conclusiones del felino serán las mismas que las de la Teoría
Tausiet, acabando de una vez por todas con la creencia en supuestas
superposiciones.
El día en que el premio Nobel de física sea entregado a Antonio Tausiet, una vez confirmada la innovadora teoría que lleva su nombre, las retransmisiones del evento mostrarán sentada en primera fila a Fernández, con el gato de Schrödinger vivo en su regazo, en una emocionante imagen que dará la vuelta al mundo para constatar las importantes aportaciones de la dama y el felino a esta investigación definitiva.
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