Geopolítica y otros considerandos
El liderazgo mundial
En 2019, los Estados Unidos continúan teniendo la supremacía
mundial en cuanto a potencia militar se refiere, tras cederle el testigo el
Reino Unido en la primera mitad del siglo XX. Mientras, un gran número de
países están endeudados con China, que sigue creciendo económicamente y se
perfila como próximo líder global. Rusia también ha fortalecido su economía y
juega un papel importante en el tablero internacional. La India, Brasil y
Sudáfrica crecen, mientras Japón, Alemania, Reino Unido y Francia se mantienen
entre los más poderosos.
La política exterior estadounidense sigue las pautas del
siglo XX. Apoya a sus aliados tradicionales, como el Reino Unido, y mantiene
operativa la OTAN, expandiéndola al este de Europa. En América Latina,
desestabiliza a los gobiernos de los estados que no le rinden vasallaje, como
Venezuela o Nicaragua. En Oriente Medio, justifica todos los actos ilegales de
Israel contra los palestinos, demoniza la revolución iraní y apoya a la
oposición siria. Sin olvidar que Arabia Saudí es uno de sus más fuertes aliados
y financia los grupos ultraderechistas islámicos que pretenden apoderarse de
Siria, Libia o Irak.
Desde que Turquía está gobernada por los islamistas (2002),
Estados Unidos ha afianzado con ella su tradicional relación de amistad, no sin
algunos baches. La llamada primavera árabe (2010-2013), supuesto levantamiento
de las masas para pedir democracia en Argelia, Egipto, etc., quedó en evidencia
al constatarse que tras el pretendido progreso se escondían las organizaciones
religiosas armadas más sanguinarias.
La condición humana
El hecho de pertenecer a un grupo humano cuya seña de
identidad predominante sea una religión concreta, un enclave geográfico
determinado o una identidad sexual, no predetermina que un individuo sea mejor
o peor. Así, por ser musulmán, judío, latinoamericano, gitano, mujer o
hermafrodita, tus acciones no se derivan de tu condición, y no son esos rasgos
los que te llevan a asesinar, robar o mentir. Los grupos humanos enfrentados se
acusan siempre mutuamente de una o varias de esas tres cosas. Cuando se siente
la pertenencia al grupo como algo enraizado, se considera que siempre son los
otros los malos.
El racismo y sus variantes como el sexismo parecen ser tan
humanos como la necesidad de pertenencia, sea a una religión, a una ideología o
a un territorio. Estos comportamientos, absurdos desde una perspectiva
racional, atañen al cien por cien de la población.
De todo ello se deriva que los orígenes de los conflictos
son de otra índole. Se trata de relaciones de poder, siempre. Dominio y
vasallaje. Y la capacidad de imposición de un grupo sobre otro se mide en
dinero.
Cuando el gobierno de Siria hace frente a una oposición
armada, varios factores entran en juego. En primer lugar, sus reservas
petrolíferas son escasas, lo que no espolea instantáneamente a Estados Unidos a
invadir el país, sino a financiar discretamente a los rebeldes. Por otro lado,
Siria tiene a Rusia como aliado. Una situación similar al golpe de estado
fascista en Ucrania apoyado por Estados Unidos, contra el gobierno prorruso.
En la guerra civil española, los apoyos internacionales
fueron determinantes. Las democracias occidentales dieron la espalda a la
República, mientras que la Alemania nazi y la Italia fascista apoyaron a los
golpistas. El dinero financió la victoria de Franco.
Se trata de ricos y pobres, de lucha de clases, de modelo de
sociedad. La excusa de la democracia sirve para arrasar territorios hostiles y
frenar su crecimiento. Cientos de miles de muertos no son obstáculo para ello.
Nicolae Ceaucescu fue el último dirigente comunista de
Rumanía. Fue asesinado tras ser acusado de una masacre que no cometió. La
economía estatal planificada debería ser la aspiración de todos los países, si
los humanos fueran humanistas. Pero no es el caso. La economía privada es una
forma de egoísmo social. Los bienes y servicios deberían estar en su totalidad
a cargo de la comunidad. En cuanto una actividad se pone en manos de la llamada
iniciativa privada, entra en juego el lucro, el dinero. La propiedad privada es
un robo a la población.
La división ideológica entre izquierda y derecha está
vigente. La primera aboga por el bien común, las libertades, la igualdad y el
laicismo; la segunda, por la ley de la selva, el orden divino y el sálvese
quien pueda.
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