Alma e información
Desde un punto de vista religioso, así como el cuerpo sería
el componente físico, el alma sería el componente espiritual del ser humano, una
entidad inmaterial que contendría la esencia de cada individuo: sus recuerdos,
sus experiencias y su personalidad.
El alma, acercándonos a visiones menos literarias, se podría
identificar con la mente, que se define como el conjunto de procesos del
cerebro: la conciencia, la memoria, la imaginación, las emociones, etc. Lo que
nos confiere una identidad diferenciada.
La religión considera que el alma permanece cuando el cuerpo
desaparece. Según esto, nuestras almas tras la muerte serían los espíritus,
esos personajes incorpóreos que se aparecen a veces como fantasmas.
La información es un conjunto organizado de datos,
representaciones simbólicas de la realidad. Es decir, la visión que nos
proporciona el cerebro de nosotros mismos y de nuestro entorno. La información
es un concepto abstracto, como la mente. Los procesos son el desarrollo
temporal de los eventos. Su inexistencia material no les confiere un carácter
espiritual.
El alma es el nombre que le da la religión a la información.
La física nos enseña que la información es una magnitud mensurable, como la
temperatura o el peso. En cada individuo hay una cantidad concreta de
información, procesada por su cerebro. Una vez muerto, cada cual desaparece de
la faz de la tierra, pero queda la información sobre él. Perduramos en la
memoria de los demás, mientras nos recuerdan.
La abstracción intelectual de la que es capaz la mente
humana hizo que se confundiese esa misma cualidad con la trascendencia, lo que
va más allá de la comprensión. De ahí que todavía existan legiones de humanos
que creen en seres incorpóreos, vida más allá de la muerte, experiencias
parapsicológicas o cualquier otra manifestación mística de la imaginación.
El alma es la información, sí, pero además es el producto de
la falta de información.
Comentarios
Publicar un comentario