Las series y el apego emocional


Hace ya tiempo que vengo viendo que las series televisivas de ficción se califican en las webs de crítica de cine muy por encima de su valor intrínseco. Siempre me había preguntado la razón de esto, y hoy por fin la he descubierto, sin ninguna duda. Se trata de apego emocional: cuando nos enganchamos a una serie, establecemos con ella una relación de confianza. Conocemos la trama, el entorno y los personajes. Nos interesamos por lo que les sucede. Y a poca calidad con que estén construidos los guiones y dirigidos los capítulos, bingo: nos parece que nuestra serie es una obra maestra de la historia del cine.

Conclusión: cuanto más larga sea una serie, mejor nos parecerá. Con el roce viene el querer, y eso sirve para un perro tonto, un novio listo o una serie, de cualquier plataforma de esas que la gente paga a porrillo. Sí, ya sé que una minoría abandona las series sin completar sus temporadas. Es la excepción que confirma la regla. Entre humanos occidentales bien comidos y series televisivas, la fidelidad acompaña al enamoramiento y éste hace verlas con muchas más virtudes y menos defectos de los que tienen.

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