Twin Peaks para neófitos


Bueno, ya se ha acabado la tercera temporada de Twin Peaks, la mejor serie de televisión de la historia. Para quienes no tengan mucha idea de qué va la cosa, les explico en un plisplás el argumento condensado de las tres entregas (1990, 1991 y 2017) y la película Fuego, camina conmigo (1992, precuela).

Esto es un pueblo pequeño del estado de Washington que se llama Twin Peaks (Cumbres gemelas) donde vive una serie de gente peculiar y en el que muere una joven, Laura Palmer, en 1989. Un agente del FBI, Dale Cooper, llega al lugar para investigar y lo vemos interactuar con los pobladores. En una grabadora va dejando mensajes sobre sus pesquisas, dirigidos a Diane, otra agente del FBI a quien ama. Resulta que hay un universo paralelo con espíritus buenos y malos, que actúa en el mundo de los sueños. Uno de los malos, Bob, posee al padre de Laura, que la mata. Luego también posee a Cooper. Pero en 2016, los espíritus buenos hacen que exista otro Cooper bueno, que de momento no recuerda nada. Cuando se recupera, asiste a la muerte de su doble malo, viaja en el tiempo y salva a Laura.


Pero nada de eso tiene sentido, o casi, para explicar la excelencia de la serie. En una obra cinematográfica de autor, el argumento es lo de menos. Se trata de cómo está hecha. Del fondo, la forma, los detalles. Y aquí hay que aclarar que David Lynch, el autor, es un genio indiscutible. Maneja el humor, el terror, la videocreación y el sonido como nadie. Eso sí, absténganse impacientes (el ritmo decrece a menudo), buscadores de simple entretenimiento (nunca se entiende todo) o, en suma, vagos audiovisuales. Para el resto, el esfuerzo se ve recompensado con creces.

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