La vida corriente


Dar una velocidad no dice nada si no se especifica el sistema de referencia con respecto al cual está medida. En la vida corriente, no acostumbramos a tener necesidad de este detalle. Cuando una señal de tráfico indica 120 kilómetros por hora, se sobreentiende que dicha velocidad se mide con respecto a la carretera y no con respecto al agujero negro del centro de la galaxia.

Pero incluso en la vida corriente hay ocasiones en que debemos tener en cuenta los sistemas de referencia. Por ejemplo, si andamos a lo largo del pasillo de un avión en vuelo podemos decir que nuestra velocidad es de unos cuatro kilómetros por hora. Para los que estén en el suelo, sin embargo, nuestra velocidad será de unos novecientos cuatro kilómetros por hora.

A menos que creamos que uno u otro de los observadores tiene mejores motivos para sostener que está en lo cierto, conviene tener presente esta idea porque, como la Tierra gira alrededor del Sol, alguien que nos estuviera observando desde la superficie de dicho cuerpo celeste discreparía de ambos y diría que nos estamos desplazando a unos treinta y cinco kilómetros por segundo, por no decir cuánto envidia nuestro aire acondicionado.

Stephen Kawking y Leonard Mlodinow, El gran diseño (2010)

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