El capitán Nemo: tres películas

El capitán Nemo es un personaje de ficción creado por Julio Verne en su novela Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) y utilizado como secundario en La isla misteriosa (1875).

Es un hombre sabio, experto en ingeniería, investigador e inventor, que esconde su identidad bajo su seudónimo (Nemo quiere decir “nadie” en latín). También es biólogo, políglota e historiador del arte. Se nos presenta con un halo de misterio y actitud sombría y vengativa, que se deben a un pasado que se revela después. Desengañado de la humanidad, es un apátrida misántropo que reina en las profundidades del océano.

Su paralelismo con Ulises no sólo tiene que ver con su apodo, tomado del episodio de Polifemo de la Odisea. Ambos efectúan un viaje marítimo repleto de aventuras y autodescubrimiento. Nacido en la India como príncipe Dakkar, manda construir un submarino, el Nautilus, su base de operaciones.

Al frente de su nave explora los océanos con fines científicos, justicieros y antibélicos, sobre todo contra el Imperio Británico. Su tripulación conforma una microsociedad, compuesta por individuos de distintas nacionalidades que hablan una lengua común inventada. El submarino presenta un aspecto exterior futurista, con forma de pez metálico dorado, y un interior decorado con lujo clasicista y numerosas obras de arte, dotado de una nutrida biblioteca y un espléndido salón comedor que incluye un órgano, al que se sienta Nemo para interpretar piezas musicales.

El lema del capitán Nemo es Mobilis in mobili, “Móvil en lo móvil”, también traducido como “Cambiar con el cambio”. Hace referencia a su viaje bajo el mar, otro elemento semoviente, y también a su motor vital, la inquietud, la curiosidad y la búsqueda del conocimiento, además de su sed de justicia.

Nemo es, como su creador Verne, todo un adelantado a su tiempo. Confía en la regeneración de la naturaleza contra los ataques del ser humano, que denuncia. Y utiliza la tecnología para forjar su propia libertad individual, dotando al mundo de avances que impulsarían el progreso global. Lo que no quita que tenga sus sombras, puesto que su historia trágica le ha convertido en un ser amargado: tras participar en la rebelión india de 1857, su familia fue asesinada por el ejército británico de ocupación.

El personaje reaparecerá en diversos formatos de la cultura popular, como el cómic La liga de los hombres extraordinarios, escrito por Alan Moore y publicado entre 1999 y 2019, que dio lugar a una película fallida de 2003. Pero sobre todo, llegará al gran público formando parte del elenco de tres películas realizadas en los años cincuenta y sesenta.

20.000 leguas de viaje submarino (Richard Fleischer, 1954) ****
“No quiero nada con la sociedad por razones poderosas para mí; de ahí que no respete sus leyes”, dice Nemo al presentarse, encarnado por James Mason. A partir de ahí, la película y su novela de referencia son una lección contra la avaricia y a favor de la ciencia. Y un buen retrato del capitán antibelicista atormentado. Divertida película de aventuras, con remarcable fondo.

La isla misteriosa (Cy Endfield, 1961) ***
Nemo aparece al final, evidenciando su filosofía racional y antirreligiosa y ayudando a los protagonistas a salvarse, mientras que él acaba muriendo en la isla. La película es interesante pero no remonta más que en contadas ocasiones, sobre todo con la presencia del capitán, interpretado por Herbert Lom, al que veremos como comisario jefe de Clouseau en la saga de La pantera rosa a partir de 1975.

La ciudad de oro del capitán Nemo (James Hill, 1969) **
El Nautilus rescata a seis náufragos y los lleva a Templemar, la ciudad sumergida de Nemo (Robert Ryan), una utopía con chicas en minifalda. Allí el capitán les explica que la humanidad camina hacia la autodestrucción. Al saberse prisioneros, los náufragos intentan escapar. Sin relación con las novelas, es un producto de baja calidad. Y además Nemo no lleva barba.

La gran creación literaria de Julio Verne, su personaje del capitán Nemo, ha quedado en el imaginario de muchos lectores y espectadores como uno de los iconos culturales de la modernidad finisecular decimonónica y de todo el siglo XX. Es un eslabón imprescindible en la cadena de héroes populares cuyo carácter está tallado de modo poliédrico, como corresponde a un ser rebosante de personalidad, con las contradicciones propias del género humano.

Ilustración: Adam Pękalski

Comentarios

  1. ¡Fantástico texto! Muy literario. Sobre ese "apátrida misántropo que reina en las profundidades del océano". ¡Gracias!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares