Convergencia y democracia participativa: una nueva era


Ha comenzado una nueva era política en el estado español, con las principales capitales de provincia gobernadas con equipos municipales de confluencia ciudadana o unidad popular, que defienden una democracia más avanzada. Así (además de otras ciudades como Badalona, Santiago y El Ferrol), Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, La Coruña, Zamora, Cádiz y Pamplona, con distintas fórmulas pero un espíritu similar; y con el apoyo del PSOE en los siete primeros casos. En otras doce capitales (Toledo, Ciudad Real, Alicante, Castellón, Córdoba, Sevilla, Lugo, Palma, Valladolid, Huesca, Las Palmas y Oviedo), el PSOE gobierna gracias a los votos de los partidos convergentes.

Orígenes y desarrollo
El acercamiento al ciudadano es la clave de todo este movimiento, que cuenta con el apoyo de grupos comunistas, anarcosindicalistas, ecologistas, antifascistas y de reivindicación de justicia social y participación democrática. El pistoletazo de salida se produjo en 2011, cuando en la jornada del 15 de mayo se organizó una acampada en la Puerta del Sol de Madrid, contra la situación económica y política del país y pidiendo una democracia real. En 2014 se crea el partido Podemos, con propuestas similares y gran influencia en la televisión, sobre todo mediante la participación en debates de su cabeza visible, Pablo Iglesias. Este partido consigue cinco diputados en las Elecciones Europeas. En su marcada estrategia publicitaria, incluyen la no presentación a las Elecciones Municipales de mayo de 2015, con la excusa de poner todos los esfuerzos en ganar las Generales de noviembre de ese mismo año, aunque sí presentan candidaturas a las Comunidades Autónomas, sin conseguir el gobierno de ninguna.

En 2014 se anuncian en numerosas localidades de todo el país las llamadas confluencias, comenzando por Barcelona en Comú, que acaban siendo apoyadas por Podemos. Estas confluencias son un intento nuevo de hacer política: no se trata de coaliciones electorales de partidos, sino de agrupaciones de ciudadanos concienciados. Este municipalismo novedoso, brotado del 15-M, se comenzó a organizar antes de la creación del partido Podemos y creció de forma paralela, contando en muchos casos con las mismas personas. Pero con un elemento que les daba ventaja: en sus asambleas también participaba con comodidad la gente proveniente de organizaciones anteriores. Un caso claro de este espíritu agregador es el de Zaragoza, donde cinco de los nueve concejales del partido en el poder pertenecen a Izquierda Unida, sin que esto suponga desavenencia con su apuesta por la convergencia, completamente compatible con el espíritu de la organización fundada en 1986.
Es la era de los post-partidos, en la que no caben análisis simples: los procesos de democracia participativa y de creación de nuevas plataformas no sustituyen a los partidos políticos preexistentes, sino que integran a las personas que pueden o no pertenecer a ellos.

El caso Zapata
Internet es un instrumento político de primer orden en el ámbito de la comunicación: sobre todo porque lo que sucede en ella se ve reflejado en la televisión, influyente medio de manipulación de masas. Su alcance y relevancia se han puesto de manifiesto en este nuevo proceso, para bien y para mal.

La dimisión de Guillermo Zapata, responsable de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, por citar en Twitter unos chistes políticamente incorrectos se ha debido a la presión de los grupos derechistas, representantes de las clases más privilegiadas, que apelan cual fariseos a éticas de las que carecen. Muchas personas de buenas intenciones han apoyado esta dimisión, sin reparar en que es una muestra de debilidad ante el enemigo, en un momento en el que es sumamente importante la Unidad Popular.

Los instrumentos informáticos
La democracia participativa tiene como principal objetivo la consulta vinculante con el ciudadano. El movimiento Zaragoza en Común, que ha conseguido los votos suficientes para gobernar esta ciudad, cuenta con un sistema informático de participación ciudadana en desarrollo. Este sistema está inspirado en la experiencia islandesa en las elecciones municipales de 2010. El llamado proyecto Better Reykjavik provee a los ciudadanos de la capital islandesa de un instrumento de deliberación, de consulta y de comunicación con las instituciones públicas. La primera experiencia en este sentido fueron las elecciones primarias para determinar los candidatos al Ayuntamiento de Zaragoza. Los nueve primeros ocupan hoy sus sillones de gobierno encabezados por Pedro Santisteve, veterano abogado de luchas sociales. Éste ha sugerido que pondrá en marcha consultas en los barrios de la ciudad, basadas en el proyecto Reykjavik. La plataforma web generada en Zaragoza ha sido utilizada en la creación del programa electoral por otros grupos afines, como Ahora Madrid, que gobierna en la capital de España.

Los proyectos participativos municipalistas están basados en principios de confluencia cuyo marco ético toman del enunciado por Richard Stallman para el software libre: no pretender generar una estructura nueva, sino utilizar las existentes y el trabajo conjunto; favorecer el desarrollo de herramientas de cooperación donde no existan; tener en cuenta a la ciudadanía en general y no sólo a los activistas, etc.

Futuro
La exitosa experiencia en las ciudades de estas candidaturas de Unidad Popular ha llevado a plantearse un proyecto similar para las Elecciones Generales. La estrategia aprobada por Podemos excluye esta posibilidad, puesto que se consideran el paraguas bajo el que deben presentarse todas las personas que deseen esta confluencia. Pero la lógica política exige otra fórmula para conseguir sustituir a los actuales representantes en el Parlamento de España. Lograr que se constituya un frente amplio que represente a los votantes de un arco extenso, como se ha conseguido en las capitales de provincia, pasa por favorecer la unidad de la izquierda, por encima de denominaciones y aventuras efímeras más o menos personalistas. Sólo así se conseguirá una nueva correlación de fuerzas que consiga desbancar del primer plano político a los actuales dos grandes partidos, cuyas estrategias, actuaciones y propuestas forman ya parte de un pasado que se debe clausurar con urgencia.

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