Una historia familiar
Zaragoza, Francia y el cine. Una historia familiar.
Antonio Tausiet, escritor y cineasta
Un tópico -de los que están
basados en hechos reales- se repite al hablar de nuestra Zaragoza: es una
ciudad estratégica. La recurrencia se refiere a su posición geográfica, que
condiciona su política y su economía. Es decir, su historia. Una historia que,
a lo largo de los siglos ha tenido mucho que ver con Francia, el país vecino.
Los Pirineos Centrales son la
frontera natural entre Francia y Aragón, y pese a su imponente altura y difícil
travesía, también son el punto de unión. Además, en algunas ocasiones, de frustración
y reivindicación, como en el caso del ferrocarril de Canfranc, profusamente
tratado en cortometrajes y documentales, como Canfranc, el sueño de una realidad (1991, Pedro Aguaviva), Fin de trayecto Canfranc (1997, José
Ángel Delgado) o Juego de espías
(2013, Germán Roda). Finalmente, en ciertas épocas, han sido escenarios de
abierto conflicto.
Así, en el año 541, recién
estrenada la Edad Media, los reyes francos Childeberto y Clotario atravesaron
los Pirineos, ocuparon Pampilona, hoy Pamplona, y llegaron hasta las murallas
de Cesaracosta, la actual Zaragoza, sitiándola durante casi dos meses, sin
conseguir tomarla. A su vuelta a Parisii, Childeberto fundó la abadía
benedictina de Saint-Germain-des-Prés, en el actual centro de París. Es considerado el edificio
religioso más antiguo de la ciudad y contiene la tumba del filósofo Descartes
desde 1819. Se construyó para albergar la túnica de san Vicente mártir,
reliquia que fue llevada hasta allí desde Zaragoza.
Al menos desde hace quinientos
años, la capital del reino y luego comunidad autónoma de Aragón ha sido lugar
de acogida de ciudadanos del norte, hasta el punto de que en el siglo XVI la
mitad de la población zaragozana era de origen francés. El motivo, la pujanza
de la urbe en el Renacimiento, que llegó a ser considerada la Florencia
española, con sus dos centenares de palacios renacentistas.
La Revolución francesa ganó
adeptos zaragozanos –los ilustrados– ya en el siglo XVIII. Personas que
defendían las ideas de progreso y racionalismo que fueron el motor de la
historia europea y norteamericana: libertad,
igualdad, fraternidad. Pero el Estado francés llegó a convertirse en
expansionista a comienzos del XIX, poniendo en marcha la invasión de España y
desencadenando la Guerra de la Independencia.
Uno de los ilustrados, el pintor
zaragozano Francisco de Goya, entonces afincado en Madrid, denunció con sus
grabados y pinturas la guerra emprendida por los que consideraba aliados
ideológicos. Su ciudad volvía a ser asediada por los franceses, 1.268 años
después del intento medieval, y en este caso, pese a la fuerte resistencia, fue
conquistada y gobernada durante más de cuatro años por ellos, con notables mejoras
urbanísticas y administrativas.
El cine ha tratado los Sitios de
Zaragoza de 1808 y 1809 en películas como Los
héroes del sitio de Zaragoza (1903, Segundo de Chomón) o Agustina de Aragón (1950, Juan de
Orduña). Pero, exceptuando la mención en algún documental, el asedio del siglo VI
no ha sido llevado a las pantallas.
Sea como fuere, Goya cayó en
desgracia tras la restauración de Fernando VII, y en 1824 se exilió en Burdeos,
ciudad del sur de Francia, donde murió en 1828. Otro aragonés ilustre, el
oscense Carlos Saura, realizó en 1999 su Goya
en Burdeos, protagonizada por un inmenso Paco Rabal, que rememora su vida
desde el destierro. El pintor ha protagonizado varias películas, de las que
podemos destacar Goya, historia de una
soledad (1971, Nino Quevedo), Goya,
el difícil camino del conocimiento (1971, Konrad Wolf), o Los fantasmas de Goya (2006, Milos
Forman).
Francisco de Goya fue un artista
adelantado a su tiempo, del que seguimos celebrando aniversarios, casi siempre
despojándole de su vertiente principal, la crítica, a veces teñida de
humorismo. Uno de sus dibujos satíricos reproduce un tutilimundi, cosmorama
portátil o cámara oscura dentro de la cual se ven aumentadas figuras en movimiento.
Es decir, un artefacto precursor del cinematógrafo. Goya, que no por casualidad
da nombre a los premios del cine español, era un experto en la cámara oscura,
que usaba como ayuda para sus creaciones.
Un año antes del exilio de Goya,
Zaragoza fue visitada de nuevo por el ejército francés, para aplacar las
veleidades liberales. Los llamados Cien Mil Hijos de San Luis vinieron a dejar
claro en 1823 que el absolutismo de Fernando VII era el apoyado por Europa. Un
episodio de la historia de la ciudad que tampoco ha tenido eco en el cine.
Childeberto y Clotario eran
hermanos, igual que Auguste y Louis Lumière, los franceses que inventaron el
cinematógrafo en 1895. Dos años después, el zaragozano Eduardo Jimeno filmó la
película Salida de misa de doce del Pilar
de Zaragoza, con una cámara Lumière que había comprado su padre.
En 1908, cien años después del
famoso asedio, las aguas habían vuelto a su cauce pacífico. Tanto es así que se
celebró en la Huerta de Santa Engracia, hoy plaza de los Sitios, la Exposición
Hispano-Francesa. De ella nos quedan tres pabellones en pie: la antigua Escuela
de Artes, el Museo de Zaragoza y la casa de La Caridad, además del monumento
central de la plaza.
En 1958, Zaragoza fue lugar de
celebración de nuevo, esta vez con tintes franquistas. Como se cumplían 150
años de los Sitios, se organizó un congreso al respecto en la Institución
Fernando el Católico y se añadió un Pabellón Francés al recinto de la Feria de
Muestras. Hasta su demolición en los años 90, ese espacio fue escenario de
numerosas actuaciones musicales memorables.
Además, nuestra ciudad disfruta
de la presencia del Instituto Francés desde 1919, una embajada cultural que
organiza y apoya numerosas actividades para potenciar el vínculo histórico y la
proximidad geográfica entre Francia y Zaragoza. Y un loable ejemplo predecesor
del Saraqusta, como festival temático municipal, fue Cinefrancia, certamen que
tuvo seis ediciones, entre junio de 2001 y noviembre de 2006, programando cine
de calidad del país galo. Fue una iniciativa que hermanaba la ciudad con Toulouse,
donde se celebra el festival Cinespaña, que este año cumplirá su edición vigesimoctava.
Toulouse, esa ciudad francesa que
siempre se nombra como una de las que conforman el círculo estratégico de
Zaragoza, junto a Bilbao, Madrid, Valencia y Barcelona. Pero además, Toulouse
fue la capital del exilio republicano español de 1939, y desde allí numerosos
españoles se organizaron en la resistencia contra los nazis en la Segunda
Guerra Mundial.
París había sido la ciudad donde
los Lumière proyectaron su primera película, y París fue liberada por una
compañía de exiliados españoles en 1944, tras cuatro años de ocupación nazi.
Esa compañía, llamada La Nueve, incluía entre sus filas a tres zaragozanos, que
fueron declarados hijos predilectos de la ciudad en 2021.
La liberación de París sí ha sido
objeto de narraciones cinematográficas. Ya en el mismo momento histórico,
Pierre Bost rodó el documental La
liberación de París (1944) y René Clément dirigió ¿Arde París? en 1966.
Temas que, más o menos tratados fílmicamente, son los que configuran buena parte de la relación histórica entre la ciudad que alberga el Saraqusta Film Festival desde 2021 y nuestro país vecino. Un vínculo que se hace presente con cada edición, y que va a más con la apuesta decidida del certamen por internacionalizarse. Narraciones que incluyen lazos de sangre, con hermanos e hijos involucrados en las historias, como una buena metáfora de la cercanía entre Zaragoza y Francia, que nos atrevemos a señalar como indudablemente familiar.
(Texto publicado en el catálogo del Saraqusta Film Festival. Festival internacional de Zaragoza de cine y series de historia. III edición, del 29 de abril al 5 de mayo de 2023).
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