De los pilares de la creación al ancestro universal
La primera foto, “los pilares de la creación”, es bastante
célebre y tiene numerosas versiones. Se trata de unas formaciones de gas
interestelar de las que nacen estrellas, incluidos en la nebulosa del Águila,
que está a 7.000 años luz. El pilar más grande mide 37 billones de kilómetros.
Es muy probable que esos pilares ya no existan, debido al tiempo que tarda la
luz en traernos su imagen.
La segunda foto nos muestra unas fumarolas negras en el
fondo del océano Pacífico, al norte de Nueva Zelanda. Una fumarola es una
chimenea natural que expulsa gas y vapor en una zona volcánica. Las fumarolas
negras lanzan hierro y sulfuro a temperaturas de hasta 400 °C. Hace 4.350
millones de años, un microorganismo pudo evolucionar en esas formaciones. Se
trataría de LUCA (Last Universal Common Ancestor), el último antepasado común
universal, que es considerado el padre de todos los organismos vivos.
Son dos imágenes que ilustran dos historias que tienen que
ver con el universo y con la vida. Dos estructuras similares, en ese juego
continuo de los humanos de buscar parecidos, que acabamos atribuyendo
poéticamente, irracionalmente, religiosamente, a los objetos y no a nuestra limitada
percepción.
Existen más casos de semejanza entre objetos muy grandes y
muy pequeños, lo que nos lleva a pensar que quizás estemos en un lugar
intermedio en el espacio, en el que la física sería una sola y nuestra posición
antropocéntrica la dividiría respecto a su tamaño. Einstein creía posible
formular esa física única o Teoría del Todo, que aunaría la relatividad con la
cuántica. Hasta hoy, nadie lo ha conseguido.
Algunas investigaciones demuestran que hay razón para seguir
intentándolo: la evolución de los anillos de polvo y gas que rodean las
estrellas responde a la ecuación de Schrödinger en la que se basa la mecánica
cuántica, que por lo tanto rige también procesos astrofísicos (2018, Batyguin).
Otro ejemplo es la similitud entre las redes de galaxias y
las de nuestras neuronas (2020, Vazza y Feletti). Por no hablar de la
existencia de tantas cosas esféricas de distintos tamaños, como los electrones,
los planetas o las estrellas. Más allá de similitudes, el hecho incontestable
es que lo más grande está constituido por lo más pequeño: las galaxias están
hechas de átomos.
¿Se trata de simple pareidolia o de una vía para avanzar en
el conocimiento de la realidad? La magia simpática parte del postulado de que
el objeto mágico se parezca al efecto deseado, como en el caso del uso curativo
de ciertas hierbas en función de su similitud con órganos humanos. Es la vía
del mito frente a la de la razón. La asociación de ideas es un potente motor de
creación y puede ayudarnos a descubrir nuevas vías de conocimiento, pero puede
ser también un pequeño juego de divagación, como el que hago yo en este texto.
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