El Beato de Liébana, un cómic de hace 1.000 años
Los manuscritos religiosos medievales suelen ir acompañados de excelentes ilustraciones, muchas de las cuales son viñetas que relatan una historia, igual que lo que hoy conocemos como cómic. El Apocalipsis, el libro más excéntrico de la Biblia, inspiró volúmenes de lo más atractivos, por los minuciosos dibujos que le acompañaron.
1. El Apocalipsis
El Apocalipsis es el
último de los libros que componen la Biblia, dentro del Nuevo Testamento. Según
la tradición, fue escrito en el año 96 por san Juan (el mismo apóstol que
redactó uno de los cuatro Evangelios) en la isla griega de Patmos, en el mar
Egeo, durante su destierro bajo Domiciano.
Es una profecía (apocalipsis quiere decir revelación) que
trata de dar esperanza a los cristianos perseguidos en esos momentos, y además
muestra las catástrofes que sufrirá el mundo antes de la Parusía (segunda
venida de Jesús a la Tierra) y la derrota de los enemigos de Dios. Desde la
Edad Media, la palabra apocalipsis es sinónimo de fin del mundo (fenómeno del
milenarismo).
El género apocalíptico es de un estilo alegórico repleto de
visiones y símbolos. Se relata una sucesión de escenas -al modo del cine o el
teatro- en el que todos los elementos naturales entran en acción, siendo los
ángeles los directores del espectáculo. Ni los mismos católicos se ponen de
acuerdo en su interpretación, aunque a muchos papas les ha servido para aludir
a él respecto a sus tiempos contemporáneos (parafraseando a Coppola, Apocalipsis ahora).
Uno de los personajes más famosos del Apocalipsis es Abbadón, El
ángel exterminador, porque dio título a una película de Luis Buñuel. Aunque
este texto no es donde mayor protagonismo adquiere en la Biblia. Su aparición
estelar se da en el Éxodo, cuando
mata a los primogénitos egipcios por esclavizar a los israelíes.
Consta de siete visiones que suman 404 versículos, y
contiene 518 citas del Antiguo Testamento. Cada una de estas siete visiones
tiene otras siete complementarias y otras curiosas revelaciones. Algunos
autores dividen la obra en tres partes: introducción (hasta 1:8); cuerpo de la
obra (visiones) y conclusión (desde 22:6). En su desarrollo se pueden
distinguir cuatro tiempos: el pasado, hasta la primera venida de Cristo; el
presente, hasta el fin de la persecución contra los cristianos; el milenio, o
la paz tras las persecuciones; y el "fin lejano", con la victoria del
bien contra el mal.
2. El Beato de Liébana
Beato de Liébana (celebrado luego como san Beato el 19 de
febrero) fue un monje cántabro del siglo VIII, que escribió un Comentario al Apocalipsis el año 776,
recopilando diversos textos anteriores. Su obra, con una segunda versión en el
786, fue copiada e ilustrada con profusión, y se conserva una treintena de estos
manuscritos iluminados, que se han hecho célebres sobre todo por sus coloridas
miniaturas.
Esta fama ha llevado a que el apodo del autor haya dado
nombre también a su obra, desplazando el título original. Así, los libros del Comentario al Apocalipsis son conocidos
como Beatos.
Para este artículo, he editado imágenes del Beato de Facundo, de 1047, llamado así por el nombre del transcriptor, aunque el autor
de los dibujos es desconocido (si no fue él mismo). Es también denominado Códice de Fernando I y doña Sancha,
reyes de León entre 1037 y 1065, que lo encargaron. Se conserva en la
Biblioteca Nacional de España y está ilustrado con 98 miniaturas románicas.
Un Beato posterior es conocido como Códice de Santo Domingo de Silos o Beato de Silos, de 1109. Se conserva en
la Biblioteca Británica y consta de 106 miniaturas.
He escogido seis ilustraciones para comentar, a modo de
ejemplo de lo que podría ser una vasta obra.
3. Dibujos
introductorios
El autor de las ilustraciones se toma su tiempo para entrar
en harina. El libro comienza con una serie de dibujos introductorios. Veamos
tres de ellos.
3.1. Cristo, supuesto inspirador del libro, dice ser “el
Alfa y la Omega” (el principio y el fin). Por eso le vemos tras una gigantesca
letra Alfa y sosteniendo en su mano izquierda una Omega. Esta estampa sirve de primera
introducción al texto.
3.2. La Cruz de la Victoria, con el Alfa y la Omega
colgando, es la misma que aparece hoy en la bandera del Principado de Asturias.
Está sostenida por el cordero de Dios (Cristo). También los cuatro monosílabos:
“Pax, Lux, Rex, Lex” (Paz, Luz, Rey, Ley) hacen referencia a Cristo. Seis
músicos tocan sus laúdes adorando al cordero. Se trata de una segunda estampa
introductoria.
3.3. Esta ilustración parece que representa arriba a Beato
de Liébana. Sobre él está escrito: “Hic Matteus genus hominem generaliter
implet” (Mateo completa de modo general este género humano). Abajo, san Mateo Evangelista
entrega sentado las tablas genealógicas de Cristo a un monje. Es la tercera
introducción.
4. Otros tres ejemplos
Del centenar de miniaturas de la obra, podrían destacarse
como sumamente originales casi todas ellas. Aquí van tres, para abrir boca.
4.1. El incendio de Babilonia por sus pecados es un buen pretexto
para realizar esta bonita ilustración urbana, que bien podría formar parte de
cualquier libro actual de calidad. En las ventanas podemos ver una serie de
vasijas, que parecen aludir a los utensilios sagrados robados por Nabucodonosor
en la destrucción del templo de Jerusalén.
4.2. El planeta va siendo arrasado por las plagas, que dejan
un rastro de muertos. En este fragmento se ven unos cuantos, y el fondo azul
nos sugiere que están ahogados en el fondo del agua. Pero lo más destacable es
que sus posiciones y figuras nos recuerdan vivamente a los cuadros de Matisse,
en especial La danza (1909).
4.3. El arca de Noé aparece en el comentario al Apocalipsis,
como metáfora de la Iglesia. Noé es Cristo y la paloma es el Espíritu Santo.
Sin embargo, lo que más nos atrae son los especímenes que contiene. Arriba, la
esposa y las nueras de Noé a un lado, y al otro sus tres hijos, Sem, Cam y
Jafet. Más abajo, distintos animales, incluido un elefante. En el segundo piso
se alojan los seres fantásticos: de derecha a izquierda, un dragón, un grifo,
un león alado… y una mantícora.
La mantícora es una criatura mitológica de origen persa, con
cuerpo de león y cabeza humana, similar a las esfinges egipcias, pero sin alas.
A veces se le describe con su cola equipada con un aguijón, como la de los
escorpiones, e incluso varios aguijones. Su nombre significa “devoradora de
hombres”. Durante la Edad Media se consideró a este monstruo como un animal
real, y se le representó en los bestiarios y otras ilustraciones como esta.
(Encabeza el texto una séptima miniatura: muestra al dragón, la bestia y sus adoradores)
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