El cambio climático (6). Los argumentos del enemigo

Frente a la evidencia científica de la emergencia del cambio climático, un nutrido grupo mundial de negacionistas conservadores airea sus desquiciados argumentos y cala entre buena parte de la población, incluidos muchos progresistas despistados.

Entre los paracientíficos más relevantes se encuentra Michael Shellenberger, un divulgador estadounidense que niega la emergencia climática y apoya el capitalismo salvaje. Publicó el libro Apocalipsis nunca (2020), donde asegura que el cambio climático no es una amenaza.

Otro autor, el politólogo danés Bjon Lomborg, escribió El ecologista escéptico (1998), en el que inventa un mundo donde debe priorizarse el bienestar antes que las políticas ambientales.

El escritor estadounidense Alex Epstein niega el calentamiento global y apoya el uso de petróleo, gas y carbón para fomentar el progreso, en libros como Los combustibles fósiles mejoran el planeta (2013).

Y el francés Christian Gerondeau es un ingeniero que defiende sus tesis en libros como Ecología, la gran estafa (2007). Para él, los automóviles impulsados con combustibles fósiles son el medio de transporte perfecto, y además asegura que el mundo está enfriándose.

Estos autores y otros son citados, como si fueran científicos y escritores reputados, por los que airean sus opiniones supuestamente antisistema, apoyados por algunos medios de comunicación y divulgados también en redes sociales y canales de vídeo populares.

Las acciones urgentes, como dejar de utilizar combustibles fósiles y frenar la producción y el uso de los plásticos, son calificadas por los negacionistas como decrecimiento económico, obviando que el actual crecimiento es insostenible e injusto.

Así, aseguran que las acciones para luchar contra el cambio climático producirán cortes de luz y ahondarán la pobreza climática. También, que la sanidad pública se verá resentida por el abandono del plástico. Añaden que las bacterias nos invadirán al eliminar los gases fluorados de los frigoríficos. Y que las élites se aprovisionarán de alimentos dejando morir al resto por la eliminación de los pesticidas.

Todas estas argumentaciones delirantes parecen surgidas de grupos que luchan por la justicia social, pero provienen de las mentes retorcidas de los manipuladores, cuyas consignas calan entre los ingenuos bienintencionados.

La base teórica de tanta atrocidad está sustentada en afirmaciones botarates: el clima ha cambiado siempre en el planeta y no ha sido por la acción humana, por lo que ahora tampoco es así; los períodos cálidos han hecho avanzar la humanidad; cuanto más se caliente todo, menos personas morirán por el frío…

Mientras, quienes conocen los datos avisan de que estamos perdiendo un tiempo precioso, y si seguimos dándole la espalda a la realidad no habrá marcha atrás. Entonces sí que seremos pasto de la miseria, los hospitales colapsados, las bacterias y los virus, y sobre todo de esas élites que están inoculando mensajes antiecologistas para salvar a sus empresas. De hecho, los primeros informes alternativos al consenso científico fueron generados por la industria energética.

El calentamiento global es un hecho sobre el que existe un sólido consenso científico. Se trata del reto más acuciante al que se enfrenta la humanidad. A nivel global, los días extremadamente calurosos ahora son 100 veces más habituales que entre 1951 y 1980. Hay negacionistas que aceptan que hace más calor ahora, pero no está –según ellos– provocado por el ser humano. Sin embargo, sabemos que el cambio climático está directamente relacionado con las emisiones humanas de CO2.

El negacionismo climático se asienta en diversas opciones:

- Cuestionar la existencia del calentamiento global: no se sostiene por ningún lado. Es un hecho.

- Atribuir el cambio climático a causas naturales: hablan de dinosaurios, de eras glaciales, y niegan la actividad humana en el proceso.

- Quitar importancia al hecho: reconocen el calentamiento, pero creen que sus efectos no son perjudiciales.

- Desacreditar a la comunidad científica: las compañías de hidrocarburos señalan supuestas inconsistencias en los datos, y acusan a los científicos de promover agendas políticas y económicas que no les satisfacen.

- Promover teorías de la conspiración: según éstas, el cambio climático es un engaño promovido por los Gobiernos y los grupos de poder para controlar a la población y beneficiarse económicamente.

Como el desastre climático no es inminente, sino que se produciría en unas décadas, la gente tiende a alejarse emocionalmente de ello, viéndolo como algo abstracto y complejo. Además, negar el calentamiento global es la opción más fácil, porque aporta comodidad intelectual, haciéndote creer que tu confort proseguirá.

Muchos negacionistas se consideran escépticos. Sin embargo, el escepticismo promueve la investigación científica y crítica, mientras que el negacionismo es el rechazo a priori de las ideas, sin consideración científica.

El cambio climático actual es claramente antropocéntrico por su excepcionalidad: se produce 10 veces más rápido que cualquier otro cambio anterior. La temperatura media mundial fue 1,09 °C más alta entre 2011 y 2020 que entre 1850 y 1900. Todos los argumentos en contra son invenciones; unas interesadas y otras inspiradas por el miedo.

El negacionismo climático es uno de los principales argumentos de los grupos ultraderechistas camuflados de antisistema. En su agenda antihumanista incluyen ese capítulo paracientífico (“ecologetas”), así como la negación de los derechos de la mujer, llamándola ideología de género (“feminazis”), y la alerta sobre la acogida a los migrantes (“buenistas”). Pontifican desde sus altares supremacistas, y no provocan otra cosa que asco entre quienes creemos que un mundo mejor es posible, asentado en la ciencia, la razón y la revolución.

Algunos de los que niegan la evidencia acuden a la Biblia, ese libro sagrado que todo lo sabe:

Mientras la tierra permanezca, habrá tiempo de siembra y cosecha, frío y calor, invierno y verano, día y noche.

Génesis, 8:22

Como en todos los demás asuntos sociales y políticos, al final la guerra se da entre quienes defendemos el método científico y quienes aún creen en el mito: Dios decide, y los humanos somos arrogantes creyendo que podemos modificar el clima del planeta. Esos integristas religiosos, aliados con los ultraliberales y las grandes empresas siguen con su matraca suicida y asesina, con fundamentos ideológicos y economicistas perversos. 

En los últimos años, las grandes empresas energéticas han modificado su estrategia acerca del cambio climático, y se presentan como los nuevos salvadores de la Humanidad con sus macroproyectos de plantas eólicas y solares.

Es, por una parte, la evidencia de que los Gobiernos no pueden competir con las transnacionales; y por otra, la asunción del nuevo statu quo por parte de los grupos de poder. La ciudadanía debe presionar a sus representantes para que todas esas iniciativas lucrativas asociadas a las energías renovables se implementen atendiendo a leyes que respeten la integridad histórica, paisajística y vivencial de los territorios. De lo contrario, estamos dando más argumentos al enemigo.

Mis artículos sobre el cambio climático:

1. Los hechos

2. Una vez que sabes. El colapso inevitable

3. Renovables sí, ¿pero así?

4. Planeta plastificado

5. Emergencia climática

6. Los argumentos del enemigo

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