Creación


La creación es un proceso emocionante. Se trata de hilar sentimientos, conceptos y conocimientos para convertir la mezcla en un producto artístico nuevo. Las vivencias se mezclan con lo aprendido y con lo que nace de dentro.

Los humanos estamos formados por genética y por educación. Por propia constitución y por peripecias. Y nuestras creaciones son la suma de todo ello. Sufrimiento, disfrute, períodos de inactividad, sucesos.

La interacción con otros genera nuevas experiencias; la investigación consciente aporta viejas situaciones vividas por los demás. La filosofía, la hermenéutica o interpretación de viejos legajos, la visión de películas de todos los tiempos, la conversación con pares.

De repente, un nuevo acontecimiento. Social, universal o privado. Y se añade al potaje. Le damos vueltas con la cuchara y aporta un sabor sutil que antes no tenía. Probamos una muestra y sentimos que ese es el camino.

Cómplices imprescindibles nos acompañan, presentes o ya ausentes. Está naciendo una nueva obra. Literaria, musical, pictórica, o del tipo que sea. Una sinfonía de insectos bailando surca las circunvoluciones de nuestro cerebro y transmite mediante el sistema nervioso un cosquilleo que llega hasta la punta de los dedos de los pies. El cuerpo como contenedor de emociones. Si estamos enfermos, nos curamos. Si estamos tristes, nos invade una nueva alegría.

En el proceso de creación, que es lo que nos hace humanos, surgen momentos de tocar el cielo. Todo encaja y no importa si llueve o los vecinos hacen ruido. Hay un fluir que los creyentes atribuirían a lo sobrenatural, hay una sonrisa en el ambiente mientras millones de niños mueren de inanición.

Las abejas polinizan el orbe, los amores vienen y van, las familias se apoyan en un interminable ritual de endogamia, los gobiernos arrastran a sus países a situaciones límite, pero mientras, agazapada, asoma su faz luminosa la creación.

Esculturas, edificios, dibujos, poemas, canciones, inventos. Tramas, imágenes, ecuaciones, gags. Medicinas, soluciones, proyectos, guiones, ideas novedosas que aportan herramientas para continuar el camino de la flecha del tiempo. Unos ojos que brillan, un enorme mural de futuro.

Quien lo ha vivido lo sabe. Al otro lado del muro, muchos seres vacíos gritan que no debemos modificar lo consabido. Elementos dañinos censuran nuestras actividades. Ellos nunca han sentido la efervescencia de la generación. Pero el motor de nuestro pequeño mundo es el cambio constante, la lucha por teñir de colores nuevos los úteros grisáceos.

Sopla el viento y siempre es a nuestro favor. Avanzando, aportando materiales sensibles para levantar con libertad la montaña de vida de las nuevas generaciones. Nuestras armas son la risa, la consciencia, los impulsos ancestrales de la renovación. El arte, la cultura y la innovación aplastarán, como siempre, el revoloteo atroz de los advenedizos.

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Este texto ha formado parte de dos eventos artísticos en Zaragoza. 

El primero de ellos fue una exposición: Cuatro cuadros de Val Ortego y un texto de Tausiet, inaugurada el 17-1-2024 y en la que Antonio Tausiet lo leyó. 

El segundo, Escena abierta. La caverna, con un programa multidisciplinar celebrado el 16-3-2024 que incluyó danza, música e instalación escénica. Fue leído por el chamán mexicano Gustavo Emilio Rosales, a su manera. Se puede escuchar aquí.

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