El doctor Quatermass: tres películas
Bernard Quatermass es un científico de ficción, muy inteligente
y con una ética supuestamente irreprochable. Fue creado por el guionista
británico Nigel Kneale, influido por las narraciones de horror cósmico de
Lovecraft. Su primera aparición pública fue en una serie de la BBC titulada The Quatermass Experiment (1953). A raíz
del éxito del programa televisivo, se realizaron varias películas con el
personaje, y se continuó con las series hasta 1979.
El profesor Quatermass, cuyo apelativo traducido al
castellano le convirtió en doctor, es un pionero del programa espacial
británico. Tanto que su primer cohete fue lanzado sin autorización del
Gobierno. Es profesor de física, ingeniero aeroespacial y dirige el Grupo
Británico de Cohetes Experimentales.
Las películas de Quatermass son tres, aunque hay otras más o
menos asociadas. Estas son:
El experimento del
doctor Quatermass (The Quatermass
Experiment, Val Guest, 1955) **
Producción de bajo presupuesto que nos presenta al doctor (Brian Donlevy) como
un ser antipático y frío, de cuya vida no sabemos nada. Ha lanzado un cohete al
espacio exterior, del que sólo ha sobrevivido un tripulante al caer en Londres.
El astronauta está poseído por una vida extraterrestre que amenaza con destruir
a la Humanidad. Cuando acabamos viendo su forma es como un pulpo gigante, que
acaba frito por la electricidad. Sin embargo, el doctor vuelve a lanzar otro
cohete, continuando sus experimentos.
Esta película puso las bases del cine con monstruos
extraterrestres y animó a su productora, la Hammer, fundada en Londres en 1934,
a realizar más filmes de género fantástico, protagonizados por Frankenstein,
Drácula o la Momia, en los años cincuenta y sesenta.
Debido a su (casi inexplicable) éxito, la Hammer produjo
inmediatamente otra que aspiró a ser la segunda de la serie: X: lo desconocido (Leslie Norman, 1956),
pero no fue del agrado del guionista original y le cambiaron el nombre al
doctor por el de Adam Royston.
Quatermass 2 (Val
Guest, 1957) ***
Pero no se rindieron. Con el equipo original, se rodó y estrenó la segunda
parte oficial. El doctor proyecta llevar al ser humano a la luna y establecer
allí una colonia, pero le han dejado sin presupuesto público. Sin embargo, al
acercarse a investigar una caída de objetos del espacio detectada por su
radiotelescopio, encuentra una base secreta terrestre igual que su proyecto
lunar. Resulta ser un supuesto complejo gubernamental de comida sintética. Pero
en realidad es una factoría dirigida por los humanos infectados por los objetos
espaciales, que albergan vida extraterrestre. Allí crecen gigantescos monstruos
informes que acaban muriendo gracias a la intervención de Quatermass y su
cohete nuclear.
Nuestro doctor/profesor demuestra en esta segunda parte ser
un conocedor de la ciencia y un decidido humanista, dispuesto a arriesgarse por
salvar el planeta, aunque sin abandonar su rictus permanente de
enfado/preocupación. Vamos mejorando.
¿Qué sucedió entonces?
(Quatermass and the Pit, Roy Ward
Baker, 1967) **
La tercera parte oficial del asunto, rodada ya en color, nos presenta a un profesor
Quatermass (Andrew Keir) algo distinto, un poco más humano. Durante las obras
de una línea de metro londinense, se encuentra una nave espacial con esqueletos
humanoides de hace cinco millones de años. Luego se descubre que también
alberga unos seres marcianos muertos con aspecto de grandes insectos, y lo que
es peor: una energía vital aletargada que tiene como misión destruir a
cualquier ser distinto a ellos y convertir a Londres en una colonia, en una
metáfora de los incidentes racistas de la época. Quatermass informa de sus
averiguaciones al Gobierno, que no le hace caso, siguiendo la premisa habitual
de la serie. Otra de las curiosidades que se repiten es que muchas de las ideas
y las investigaciones provienen de los colaboradores del profesor, y no de él
mismo.
Años después, y también al rebufo de la última entrega de la
serie televisiva, se remontó el material en otra película, Doctor Quatermass (The
Quatermass Conclusion, Piers Haggard, 1979). Además, se realizó un remake teatralizado
para la televisión de la película original cincuenta años después, The Quatermass Experiment (Sam Miller,
2005), que fue emitido en directo mientras era representado.
Lo que ha quedado de todo esto para la historia de la
cultura popular son las tramas de las series y películas donde apareció, más
que la figura de Quatermass, que podría haber dado mucho más de sí.
Producciones de bajo presupuesto que mezclaban el terror con la ciencia
ficción, atrayendo entonces a un público de extracción popular, y después a
aficionados a rarezas y curiosidades en los márgenes del arte oficial.
El profesor Bernard Quatermass permanece, para los
historiadores del cine, como el personaje fundacional del subgénero de ciencia
ficción surgido en Inglaterra en los años cincuenta, que continuó con Doctor Who (1963). Pero rascando en lo
poco que su guionista nos mostraba de él, podemos concluir que ese personaje
malhumorado representaba la defensa de la ciencia experimental, por encima de
las entidades gubernamentales y sus intentos de ocultación.
Como otros héroes de su misma especie, es antibelicista, cree
en el progreso para mejorar la humanidad y se muestra siempre decidido a seguir
adelante, incluso arriesgando su vida. Su principal cometido es el de luchar
contra amenazas extraterrestres, que no son más que el reflejo del miedo social
generalizado en su tiempo, fruto de la era nuclear.
Del mismo modo que el capitán Nemo (1870) es el nuevo Ulises
y el doctor Frankenstein (1818) es el moderno Prometeo, el profesor Van Helsing
(1897) es el prototipo del científico que combate lo sobrenatural, antecedente de
nuestro doctor en su pugilato contra los alienígenas.
Ya en el siglo XX español y como parodia, nacieron dos
personajes con características similares: el profesor Franz de Copenhague,
creador de los inventos de TBO; y el doctor Bacterio (luego profesor), encargado
de proveer de sus invenciones a los agentes de la TIA. Este último, a su vez,
inspirado en Q, el científico de la saga de James Bond. Curiosamente, y para
cerrar el círculo, la Q es la inicial de “intendente” en inglés: quatermaster.
En suma, Quatermass es un personaje muy interesante, infrautilizado y con un enorme potencial, como demuestra la fama que adquirió. En manos de buenos escritores podría haber dado el salto de la serie B a un puesto más relevante entre los científicos de ficción, como sí ocurrió con otros, como el citado capitán Nemo.
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