Requisitos para celebrar un acto facha
Un evento facha necesita una excusa argumental, como el
aniversario de la implantación de una multinacional en la región, la gala de
entrega de premios a los emprendedores del sector agroalimentario, la visita de
sus majestades para arropar fundaciones caritativas, o cualquier sarao
relacionado con la tauromaquia, las cofradías, la promoción inmobiliaria o el
deporte.
Una vez elegido el tema, se busca un lugar, preferentemente
privado pero de financiación pública, como el salón de actos de una asociación
de empresarios o algún inmueble inmatriculado por la Iglesia católica. Las
intervenciones de las autoridades asistentes, de los responsables del evento y
de los homenajeados deben ser vacías y superficiales, y generar aplausos
aburridos cada cinco minutos.
Pero lo más importante no es el acto en sí, sino lo que lo
envuelve. Primero, los corrillos que se forman a la entrada, en los que los
asistentes se ordenan espontáneamente dando la espalda a sus enemigos, para
compartir confidencias que puedan herirlos de muerte. Lo mismo sucede en el
cóctel posterior, en el que a medida que fluye el vino, las confidencias van
pasando de grupo en grupo, generando nuevos cómplices de delitos y nuevas
enemistades.
El mantra que se repetirá en público será que el encuentro
es plural y abierto a toda la sociedad, refiriéndose con ello a que abarca
todas las sensibilidades fachas, desde el centro moderado hasta la
ultraderecha. Como este tipo de reuniones convoca a lo más granado de la incultura,
los asistentes comerán y reirán encantados de conocerse, luciendo sus mejores
galas y voluntariamente ajenos al mundo real.
En este juego de representación social veremos figuras como
los políticos de los partidos institucionalistas y sus amigos fascistas;
representantes de entidades financieras y del sector empresarial, con los
dueños del territorio a la cabeza; cargos intermedios del sector tecnológico,
que se presenta como aséptico para dar cobertura a la injusticia social de la
brecha digital; y otros charlatanes con corbata que escupirán conceptos como
inversión, proyectos, herramientas, talento, impacto, programas, sinergias y anglicismos
impronunciables.
No deben faltar los cantos regionales, los voluntarios, la
prensa local, las asociaciones de niños con problemas, y si el acto cuenta con
suficiente presupuesto, lo cual es habitual, algún representante del mundo
artístico que convenientemente remunerado dé lustre de famoseo a la velada.
Al final, del evento facha sólo quedarán unas cuantas fotos
de burgueses encantados de conocerse, y alguna reseña por escrito a cargo del
plumilla de turno en los medios que adulan a toda esa aristocracia local de
chicha y nabo. Con su redacción ampulosa y pretendidamente neutral, justificará
la reunión de los enemigos de la gente:
“A la celebración asistieron representantes de sectores muy
diversos, como la hostelería, la investigación, el desarrollo y la innovación,
la integración de las finanzas y el agroturismo, la logística, el
asociacionismo empresarial, la tecnología y las fundaciones, en un evento transversal
que cala entre la ciudadanía, agradecida de que los legítimos depositarios de
los valores eternos se reúnan para seguir robándoles con la sonrisa en la boca
y los recursos públicos a su servicio”.
Luego estamos los infiltrados
ResponderEliminarÑej ñej
Eliminar¡jajajaja! ¡perfecta descripción!
ResponderEliminarSon así
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