La exclusividad de lo humano
Parece un tema sencillo, casi una perogrullada. El ser humano es distinto al resto de animales. Desde nuestra visión antropocéntrica, la única que tenemos, la cuestión es indiscutible. Caminamos sobre dos piernas, hablamos entre nosotros y manejamos la escritura, formamos parte de sociedades complejas, creamos arte y tecnología. Somos superiores.
Sin embargo, todas esas
características, en principio propias de nuestra especie, no son exclusivas. Si
tomamos los ejemplos uno a uno, siempre hay algún animal que ha desarrollado
facetas similares.
El cineasta aragonés Carlos Saura
parece tener clara la exclusividad, como explica en una
entrevista del 11-11-2021:
La imaginación es más rápida que la luz. Es una maravilla, un invento
solo del ser humano, que no tienen los animales. Es el gran invento del ser
humano.
Se trata de una visión poética,
otro de los rasgos que nos caracterizan. La imaginación no es más que la
capacidad de pensar, de poder construir en nuestra mente un mundo de
abstracciones, fruto de la realidad palpable y añadido a ella.
La periodista vasca Janire
Manzanas hace un breve listado de las seis supuestas peculiaridades propias de
los humanos, en un
artículo del 22-7-2021.
-Conocimientos: también los
animales aprenden, pero el cerebro humano aporta mejores soluciones, al estar
más desarrollado.
-Sociabilidad: también muchos
animales se relacionan en grupo. La diferencia es que los humanos lo hacemos de
modo más complejo.
-Lenguaje. Más de lo mismo. Hay
animales que poseen lenguaje, pero no tan avanzado.
-Físico: los humanos tenemos
vello y los otros animales, pelaje. Los humanos somos bípedos.
-Movimientos: ahí somos
inferiores en principio, porque muchos animales corren más y otros vuelan. Pero
mediante la tecnología los superamos.
-Cerebro: es el quid de la
cuestión. La mente humana es más sofisticada.
La única característica física
que nos distingue es el desarrollo más complejo del cerebro. Las habilidades
concretas se pueden encontrar una a una en los animales llamados irracionales,
pero lo que hace genuina a la especie humana es la combinación de esas
habilidades.
La mexicana María Teresa Gaviria
sintetiza en su tesis
doctoral de 2004 las claves tradicionales: somos racionales y conscientes. Pensamos,
elaboramos y reflejamos.
Los seres humanos nos diferenciamos del resto de los animales porque
poseemos la capacidad cerebral de reflejar la realidad en forma de sensaciones,
percepciones y pensamientos. El ser humano tiene el poder sobre los demás
animales que le brinda la conciencia, y la capacidad de cambiar el mundo para
amoldarlo a lo que desee. Sin embargo, olvidamos que somos parte de un todo; el
mundo no está hecho para nosotros, nosotros fuimos hechos por él.
Sobre todo en Oriente, se suele
hablar de estados superiores de conciencia. Esto no es más que una visión
literaria de los estados alterados de conciencia, que pueden inducirse mediante
técnicas místicas y drogas, o producirse por enfermedades. Una vez más,
encontramos casos de uso de drogas también en
el reino animal.
Carolina Andrade es una
adiestradora canina uruguaya. Le gusta reflexionar sobre los tópicos
diferenciadores de lo humano para romper esquemas. Así, en
un texto de 2016 desmonta varios de ellos: las orcas poseen cultura y la
transmiten a sus hijos; los grandes simios, los delfines, los elefantes, las
urracas, los pulpos y otros muchos animales evidencian conciencia propia.
La diferencia esencial es la
sutileza. La capacidad compleja de creación es lo que hace que cada individuo
humano pueda vivir varias vidas a la vez. Así, el mundo real se convierte en
tan solo una de las habitaciones de la casa de la existencia.
Una buena aportación es la de
Daniel Chernilo, sociólogo chileno. En su
artículo de 2020 sobre la condición humana y la pandemia, aporta
reflexiones de peso:
La idea de condición humana, que se ha venido desarrollando desde
mediados del siglo XX, vino a reemplazar la idea de naturaleza humana que,
primero en la filosofía y después en la biología, tenía la ambición de
descubrir los aspectos permanentes e inmutables que nos definen como seres
humanos. Con la idea de naturaleza humana se buscaba identificar aquellas
dimensiones únicas que nos definen como género y que nos hacen diferentes a las
especies “inferiores” –como animales y plantas– así como también nos separa de
seres “superiores” –los ángeles e incluso dios mismo.
Y así llegamos a lo que para
muchos filósofos es el tuétano de la cuestión: el ser humano se caracteriza por
la certeza de la muerte, que es la que le hace comportarse como un ser único.
Por un lado negándola, en un primer estado; por otro, asumiéndola, lo que
define la madurez.
Queda analizar el concepto de
superioridad, que nos lleva a colocarnos en la cúspide de la evolución. No se
trata más que de relaciones de poder. Y, como es sabido, el poder se puede
ejercer bien o mal: el maltrato animal sería la consecuencia de su uso abusivo.
Pero eso es otro tema.
Ver también:
Dos
tópicos clásicos: El amor y la muerte y El arte y la naturaleza
bien dicho!
ResponderEliminar¡Gracias!
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