Roma, de Alfonso Cuarón
Señores Carlos Saura, Luis Buñuel, Stanley Kubrick, Roberto Rossellini
y Federico Fellini: están ustedes vivos. O si no, que alguien me explique cómo
una película de los primeros 70 del siglo pasado puede estar firmada por un
mexicano de 57 años en 2018.
La película Roma
es un conjunto de alardes.
Alarde de interpretación. Todos los actores nos muestran la
vida, ni más ni menos. Alarde de guion. El texto de Alfonso Cuarón es
literatura en estado puro. Alarde artístico. La fotografía, la ambientación y
los efectos especiales no pueden ser superados en belleza y precisión. Alarde
de destilación de lo grotesco cotidiano. Alarde de dirección de niños y
animales. Alarde de compromiso, de denuncia, de sensibilidad, de humor, de
drama, de detalle.
Ganó el León de Oro en Venecia y ganará algún premio Óscar.
Para los que creen que en una película lo importante es la
trama y no cómo se cuenta: aquí no hay más que un microcosmos de adolescente
preñada que sirve en una casa de ricos cuyo cabeza de familia se separa. Sin
olvidar que todos los hombres son unos hijos de puta, como mandan los cánones políticos
contemporáneos. Pero todo eso realmente da igual: en el inmejorable cuadro de
Goya Viejos comiendo sopa, ¿qué es lo
más importante? ¿Los viejos? ¿La sopa?
Comentarios
Publicar un comentario