George Soros

 

Soros, Sumo Hacedor de la decadencia del mundo occidental y de la Europa buenista, entreguista y oligárquica.

Fernando Sánchez Dragó, 2-8-2018


George Soros nació en Hungría en 1930 y luego se nacionalizó estadounidense. Es de ascendencia judía, ateo y anticomunista. Utiliza su inmensa fortuna, obtenida mediante la especulación, en financiar proyectos privados a través de su fundación Open Society, con sede en Nueva York. Esta red internacional dice tener como fin la promoción de la justicia, la educación, la salud pública y los medios independientes. También dice regirse por las ideas del filósofo Karl Popper, antimarxista a favor de la democracia liberal, que pretendió unificar la socialdemocracia, el liberalismo y el conservadurismo. Soros es progresista en aspectos sociales y conservador en economía y formas de Gobierno.

Ya en los años setenta, entregó dinero para ayudar a estudiantes negros a asistir a la universidad durante el apartheid sudafricano. Durante la década siguiente, apoyó con fondos a los grupos contrarios al comunismo en los países del Este, como Hungría, Polonia, Checoslovaquia y la propia URSS. Tras la caída del bloque soviético, ha financiado a la oposición en Georgia (2003), ha apoyado la independencia de Kosovo (2008) y al Frente Polisario del Sáhara Occidental (2007). También colabora con asociaciones israelíes contrarias a la ocupación de Palestina.

Respecto a su injerencia en Ucrania, participó activamente en lo que él llamó “transformación democrática” en 2014 y que consistió en el Euromaidán, un golpe de Estado contra el Gobierno prorruso en el que participaron grupos nazis.

El Gobierno húngaro lo considera un enemigo del Estado; lo mismo sucede en Macedonia. Ambos países son actuales aliados de Rusia, y los tres practican políticas nacionalistas conservadoras, con Putin a la cabeza. Por otro lado, Soros cree que China es un país peligroso y aboga por que Estados Unidos estreche sus relaciones para evitar un conflicto armado. En la misma línea, está entre los partidarios de golpes blandos en Cuba y Venezuela.

Desde la óptica de la extrema derecha, Soros es promotor de grupos que destruyen las supuestas esencias tradicionales. Se mostró en contra del Brexit y apoya financieramente las campañas demócratas estadounidenses, la despenalización del consumo de drogas, la eutanasia, la integración con los inmigrantes, la mejora de los refugiados, el feminismo y las iniciativas para evitar el cambio climático. También promueve que Europa ayude a África con fondos para la educación y el empleo, con el fin de reducir los flujos migratorios. Financia la reducción de la pobreza, los derechos del colectivo LGTB y la lucha contra el racismo. Todo ello ha llevado a convertirle en protagonista de numerosas teorías conspirativas, partiendo de la tesis de que controla los hilos de la política mundial.

Así, por parte de grupos derechistas y antisemitas, han sido creados diferentes bulos contra él: que colaboró con los nazis, que financia caravanas de inmigrantes ilegales, que tiene un plan para islamizar Europa, o que desea la destrucción de los Estados. Todos estos bulos y muchos más, difundidos por internet, han encontrado también abono en algunos foros izquierdistas, que los asumen como propios y contribuyen a demonizar a Soros más allá de su evidente papel de financiador de iniciativas en muchos casos discutibles.

Por ejemplo, desde 2013 invierte en la industria del fracking, que está destruyendo los acuíferos. En 2016, la web rusa DCLeaks hizo públicos documentos que demostraban que Soros se preocupa por manipular la información, confeccionando listas de periodistas más o menos afines. Queda claro que el nonagenario usa su fortuna para empujar movimientos políticos y económicos que benefician a sus planes ideológicos para el mundo. Pero de ahí a creer que es el responsable del funcionamiento del planeta hay un trecho.

Como es bien sabido, la economía mundial, y por ende la política, están en manos de grandes grupos empresariales y de fondos especulativos internacionales. Estos conglomerados sin otra ideología que el beneficio económico son los responsables de las penurias de la mayor parte de la población mundial, de las guerras, los desplazados y el hambre. El hecho de que existan individuos propietarios de ingentes fortunas es manifiestamente injusto, y Soros es uno de ellos. Pero ni siquiera cuando hablamos de riquezas individuales es de los más importantes.

Lo que diferencia a Soros del resto de millonarios es su falta de anonimato, pero sobre todo su ideología. Es lo que le ha convertido en un famoso diablo, a ojos de las muchedumbres manipuladas por los gurús derechistas. Mientras tanto, todos vivimos a merced de los plutócratas que realmente detentan el poder.

La revolución socialista es la vía para caminar hacia la democracia real y la justicia social. No me parece nada bien que ese magnate participe en la financiación de golpes de Estado, en la manipulación de la información o en empresas que dañan la naturaleza, pero estoy de acuerdo con él en sus actividades filantrópicas y en sus apuestas por la igualdad, la mejora de las condiciones sociales, el antirracismo, el feminismo y la lucha contra el cambio climático.

Los reformistas más o menos progresistas siempre serán mejor que los conservadores, pero la historia demuestra que los avances van de la mano de la revolución. De los que no van de la mano, desde luego, es de los nazis, de los fascistas, de los neutrales, de los bocazas y de los cuñados descerebrados. Esos que airean en las redes bulos mezclados con datos ciertos, para manipular contra personajes que no comulgan con sus ideas de la Edad de Piedra. Véase si no la cita delirante que encabeza este escrito.

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