La moral surrealista de Buñuel
En muchas de sus intervenciones, Luis Buñuel repetía que el surrealismo era una moral que él había adoptado a cambio del catolicismo de su infancia. Normalmente afirmaba que nunca había traicionado esa moral en sus películas. Pero no solía profundizar en ello, y nos quedábamos con las ganas de saber a qué se refería exactamente. En 1961, la periodista mexicana Elena Poniatowska le hizo su primera entrevista y en ella Buñuel se explayó respecto al tema. Es muy interesante y aquí va extractado. Habla Luis Buñuel:
El surrealismo era un movimiento muy serio que iba mucho más
allá de ofender o de epatar al burgués. Fue una verdadera revolución desde el
punto de vista moral-poético. Los surrealistas teníamos una regla moral muy
estricta. El surrealismo era una necesidad de la época; en contra de la
claudicación de los grandes burgueses, del orden establecido, de la moral
anquilosada, de la retórica en todos los sentidos, de los viejos valores académicos.
Los surrealistas opusieron el descaro a la convención, el escándalo a la moral
burguesa, la burla sangrienta a la mentalidad achaparrada y mezquina. Nosotros,
los surrealistas, decíamos que el talento no excusa nada, y que el hambre tampoco
excusa nada.
La revolución surrealista luchaba por una revolución
mundial, La révolution totale,
mientras que Hegel y Marx querían la transformación de la sociedad. Nosotros
poníamos el surrealismo al servicio de la revolución proletaria mundial. “Transformar
el mundo”, decía Marx; “Cambiar la vida”, escribió Rimbaud; y Breton declaró
que para él los dos principios no eran más que uno solo. Los movimientos
revolucionarios en el mundo se han enfrentado únicamente a las realidades
materiales, económicas y políticas; la repartición de las riquezas entre grupos
opuestos. Nosotros, los surrealistas, quisimos una revolución del pensamiento que
condiciona la vida humana. ¡Atacar el espíritu y no la materia! ¡Cambiar las
bases sociales!
En el surrealismo sólo caben dos palabras: libertad y amor.
Estos dos valores humanos siempre saldrán a flote. Nos proponíamos una
revolución moral; sacudir la moral aburguesada.
En ningún caso he infringido mi código moral en mis
películas. Tener un código es infantil para mucha gente, pero para mí no. Estoy
en contra de la moral consuetudinaria, los fantasmas tradicionales, el
sentimentalismo; ¡toda esa porquería moral de la sociedad, metida dentro del
sentimentalismo! La moral burguesa es lo inmoral para mí, contra lo que se debe
luchar. La moral fundada en nuestras injustísimas instituciones sociales, como
la religión, la patria, la familia, la cultura; en fin, los llamados pilares de
la sociedad. Por fortuna, y desde muy joven, vislumbré algo que espiritual y
poéticamente ha superado a la moral cristiana. No tengo las pretensiones de
querer cambiar el mundo; sé que lo mío es estéril, pero no puedo traicionarme a
mí mismo. A mí me interesa el misterio, que es el elemento esencial de toda
obra de arte. No me cansaré de repetirlo. Yo quiero tener una visión integral
de la realidad; quiero entrar en el mundo maravilloso de lo desconocido. Lo
demás lo tengo al alcance de mi mano, diariamente.
Yo pertenezco a una sociedad burguesa contra la cual me
rebelo. En España, cuando era muy joven, me rebelé y fui a París, donde
descubrí el mundo surrealista maravilloso que me iluminó. Encontré que había
otras gentes que pensaban igual que yo; la moral sin traba contra los fines de
una sociedad dominante, o sea el amor como institución social.
Comentarios
Publicar un comentario