Evolución urbana de Zaragoza. Cinco hitos


La evolución urbana de Zaragoza dio un salto importante en el siglo XIX. Hasta entonces, la configuración de la ciudad había ido creciendo lentamente desde su fundación romana, pasando por su expansión medieval y su florecimiento renacentista.
La mayor transformación experimentada por Zaragoza se produjo durante el siglo XX, en el contexto del crecimiento de las ciudades europeas, impulsado por la industrialización y el éxodo rural. El centro histórico, presidido por la Seo y abrazado por las murallas romanas y luego las medievales, se abrió paso hacia el sur mediante diversos ensanches y barrios periféricos. Este camino, con el eje del paseo de la Independencia, estuvo forzado por la presencia del río Ebro al norte y llegó hasta el Canal Imperial, construido en el siglo XVIII.
Otros hitos urbanísticos fueron: hacia el este, el cubrimiento del río Huerva en los años 30; y hacia el oeste, la construcción de la estación del Portillo y sus industrias aledañas, que generaron el barrio de las Delicias.

Cinco hitos
Plaza de España/Coso/El Tubo
El antiguo solar del convento de San Francisco fue aprovechado después de los Sitios para levantar allí la plaza de la Constitución, desde 1936 plaza de España. Se trataba de un emplazamiento a las afueras de la ciudad histórica, que a lo largo del siglo XIX acabó convirtiéndose en el centro urbano. También fue lugar de culto religioso, situando en ese punto la ejecución de los Innumerables Mártires en el siglo IV. La primera fuente pública, la de Neptuno, estuvo ahí hasta que resultó una molestia demasiado laica para lugar tan sagrado y hoy descansa en el parque Grande.
La calle de los Mártires y adyacentes, llamadas el Tubo, parten de la plaza de España y albergan bares y restaurantes; esta zona conoce hoy una nueva etapa tras su abandono premeditado en los años 80 y 90.
A ambos lados de la plaza de España se despliega una calle circular, el Coso, que fue levantada a las afueras de la muralla romana y fue lugar de emplazamiento de casas de la nobleza en el Renacimiento. El tramo norte se denomina paseo de Echegaray y Caballero y está limitado por el río Ebro. El tramo oeste, llamado avenida de César Augusto, incluye la plaza de Lanuza, antigua del Mercado.
Mercado Central
El principal lugar de comercio de la ciudad se situó al aire libre, al oeste del recinto amurallado. La plaza del Mercado, luego de Lanuza, fue testigo de los ajusticiamientos por horca y decapitación. En 1903 se levantó allí el Mercado Central, derribando una manzana de edificios que ocultaban restos de muralla romana, que fueron arrasados. En 1976 se planeó el derribo del mercado para prolongar la avenida César Augusto hasta el Ebro, pero la movilización popular lo evitó. En 2018 va a ser testigo de una remodelación en profundidad.
Huerta de Santa Engracia
El convento de Santa Engracia poseía una huerta anexa que llegaba hasta el río Huerva. En 1908 se levantó allí la Exposición Universal Hispano-Francesa, de la que quedan los edificios de la antigua Escuela de Artes, del Museo Provicial y de La Caridad. También el monumento a los Sitios de la plaza del mismo nombre, y el kiosco de la Música, hoy en el parque Grande. Entre la plaza de los Sitios y la iglesia de Santa Engracia, único resto conservado del convento, se construyó un ensanche burgués en los años treinta, que incluye el Gran Hotel.
Paseo de Sagasta
El antiguo camino de Torrero fue elegido por los potentados de la ciudad para construir sus lujosas casas, muchas de ellas a la nueva moda modernista. Con el paso de los años, su denominación y configuración fue cambiando, pasándose a llamar paseo de Sagasta, avenida de la República, paseo del General Mola y de nuevo de Sagasta. Hoy la mayoría de aquellas casas, de gran valor artístico, han desaparecido, conservándose tan solo alguna muestra valiosa. Al final del paseo de Sagasta, como antesala del Canal Imperial, se hallaba una torre privada junto a unos viveros, donde fue construido el parque de Pignatelli, trasladándose allí su estatua desde la plaza de Aragón.
Canal Imperial
A finales del siglo XVIII, un grupo de ilustrados encabezado por Ramón de Pignatelli planeó el Canal Imperial, desde Tudela hasta Fuentes de Ebro, para llevar el riego y el progreso a la vega del Ebro. A su sombra se crearon regadíos y se levantaron industrias, pese al escepticismo de la población conservadora. Este hecho se recuerda con la Fuente de los Incrédulos, junto a las esclusas de Casablanca. El Canal servía también para el transporte, puesto que era navegable, también con embarcaciones de recreo que llegaban hasta la Quinta Julieta. A partir de la colonia de construcción del Canal se desarrolló el barrio de Torrero. Hoy es un apacible lugar de paseo romántico y continúa proporcionando riego mediante su sistema de acequias.


Más información: Proyecto GAZA (Gran Archivo Zaragoza Antigua)

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