La caza de brujas de Hollywood


El Comité de Actividades Antiestadounidenses (HUAC, 1938-1975) fue una comisión permanente de investigación del Congreso de los Estados Unidos, centrada en la persecución del comunismo, mediante la coacción a intelectuales, empleados públicos y políticos. El Comité obviaba la presunción de inocencia y se saltaba a la torera la Constitución. Este instrumento ultraderechista confrontaba comunismo con democracia, patriotismo, seguridad y salvaguarda de valores, aunque su razón de ser era la protección de los grupos de poder económico.

La colaboración del FBI, agencia de investigación criminal que ejerce de policía secreta, fue uno de los pilares sobre los que se sustentó la persecución. Sólo entre 1942 y 1946, fueron fichados 6.193 funcionarios sospechosos de pertenecer a organizaciones subversivas, aunque hubo un bajo porcentaje de despidos. Un ejemplo fue el de Luis Buñuel, que abandonó su trabajo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1943 y emigró a México en 1946.

Se da la circunstancia de que la Unión Soviética era un aliado de los Estados Unidos contra los nazis en la II Guerra Mundial, pero al terminar ésta fue considerada enemiga, comenzando la Guerra Fría (1947-1991).

En 1947, el Comité intensificó su acoso a los profesionales de Hollywood, para lograr sus delaciones y conseguir más publicidad mediante el impacto mediático. Diez de ellos fueron condenados a la cárcel por desacato, al no querer seguir el juego infame del jurado.

Esta terrible iniciativa contó con la colaboración de anticomunistas como Billy Wilder, Walt Disney, Elia Kazan, Ronald Reagan o Gary Cooper. A la lista (que en 1952 incluía 342 nombres) fueron añadidos Charles Chaplin, Frank Capra o Dalton Trumbo. Paralelamente, también se produjo una persecución contra los homosexuales.

Los directores, actores y guionistas de la lista negra tuvieron serias dificultades para trabajar. Algunos utilizaron seudónimos, como Dalton Trumbo; otros emigraron, como John Huston, Orson Welles o Charles Chaplin. También se produjeron suicidios. En los años sesenta, la influencia del Comité decreció.

El proceso se conoció como “caza de brujas”, como las persecuciones de la Edad Moderna, y llevó a Arthur Miller a escribir su obra de teatro alegórica Las brujas de Salem (The Crucible, 1952).

Entre 1947 y 1957, Joseph McCarthy fue senador por el Partido Republicano. En 1950 acusó a 205 personas de comunistas infiltrados en el Departamento de Estado. En 1953 presidió las investigaciones del Senado contra supuestos comunistas (periodistas, militares y funcionarios). En 1954 prosperó una moción de censura del Senado contra él y cambió su suerte.

Se tiende a unificar en un solo fenómeno la actividad anticomunista del Comité del Congreso y la del senador McCarthy, utilizándose por extensión el término macartismo. Esto es comprensible, si se tiene en cuenta que fue el principal promotor público del anticomunismo.


Han sido realizadas varias películas de ficción que recrean o aluden a este fenómeno. Aquí ofrezco los datos de las más reseñables.

Solo ante el peligro (High Noon, Fred Zinnemann, 1952) ****
Gary Cooper es un sheriff que se enfrenta en solitario a una banda de gángsters. Escrita por Carl Foreman, incluido en la lista negra, muestra su propia situación al quedarse sin respaldos. Film de alta calidad.

La ley del silencio (On the Waterfront, Elia Kazan, 1954) ***
Dramón, con Marlon Brando. Considerada una justificación de la condición de delator de su director. Bien realizada y bastante pesada, no obstante.

Tempestad sobre Washington (Advise & Consent, Otto Preminger, 1962) ****
Narra con gran eficacia los entresijos de la alta política estadounidense con la excusa de una comisión de investigación del senado a un supuesto comunista, encarnado por Henry Fonda. Si bien no trata directamente de la caza de brujas, contiene todos sus ingredientes.

La tapadera (The Front, Martin Ritt, 1976) *****
Protagoniza Woody Allen, encarnando a un despreocupado amigo de un guionista comunista, que le pide que ponga su nombre en sus guiones para poder venderlos. Importantísima película de denuncia de la lista negra, dirigida, escrita e interpretada por personas que estuvieron en ella. Obra maestra.

Caza de brujas (Guilty by Suspicion, Irwin Winkler, 1991) ***
Con Robert De Niro como un director de cine víctima de la caza de brujas. Destaca la escena final, con el protagonista compareciendo ante el Comité. Pasable.

El crisol (The Crucible, Nicholas Hytner, 1996) ****
Con Daniel Day-Lewis, está basada en la obra de Miller Las brujas de Salem, metáfora del macartismo que narra un juicio por brujería de 1692. El propio dramaturgo firma el guion. Recomendable.

The Majestic (2001) **
Con Jim Carrey. Un hombre acusado de comunista pierde la memoria y es confundido con un héroe de guerra. Al final, la consabida escena de interrogatorio en el Comité. Empalagosa.

Punto de mira (One of the Hollywood Ten, Karl Francis, 2001) *
Con Jeff Goldblum como el director comunista Herbert J. Biberman, incluido en la lista negra. Narra el rodaje de su película La sal de la tierra (The Salt of the Earth, 1954). Floja.

Buenas noches, y buena suerte (Good night, and good luck, George Clooney, 2005) ****
Sobre la lucha del periodista televisivo Ed Murrow contra los atropellos de McCarthy. Dirigida con buen pulso.

Trumbo (Jay Roach, 2015) ****
Con Bryan Cranston como Dalton Trumbo, relevante guionista víctima de la caza de brujas. Muy buena.

La caza de brujas lleva al extremo un tema recurrente de la historia de la humanidad: el dilema que recogen leyendas como la de Fausto: “Renuncia a tus principios y serás rico. Aférrate a ellos y serás menos próspero que ahora”. En última instancia, la cuestión es elegir, no la presión. Aunque no cabe duda de que esta presión, además de ser un abuso de poder, pone al individuo en una encrucijada injusta, por cuanto éste debería gozar de libertad para actuar según su conciencia.

Hoy en día, mediante otras acciones de los grupos de poder, se viven situaciones similares a la caza de brujas, en las que se apunta a grupos sociales con excusas como la seguridad. Los ciudadanos se ven sometidos a presiones continuas, que combinan creación de estados de opinión dirigidos, linchamientos mediáticos y amenaza de pérdida de poder adquisitivo, en un círculo vicioso sistémico del que no es fácil escapar indemne.


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